jueves, 30 de abril de 2009

PROBLEMITA...

Hoy os voy a dejar una especie de problema matemático que una vez publiqué en MySpace. A ver si conseguís resolverlo... Yo os confieso que no tengo ni idea de cuál es la solución... jajaja

Van tres amigos a cenar a un restaurante. Después de la cena, al pedir la cuenta, es donde empieza el "sarao":

- "Camarero, nos saca la cuenta, por favor"
- "30 €, caballeros"

Y cada uno de ellos pone 10 €, pero cuando el camarero va a poner el dinero en caja, lo ve el jefe y le dice: "no, esos son amigos míos. Cóbrales sólo 25 €"

El camarero se da cuenta que si devuelve los 5 € puede haber follón para repartirlos y decide lo siguiente: Se queda con 2€ y les devuelve 3, uno para cada uno.

Le devuelve a cada uno 1 €, pero ahora es cuando viene la "gracia": Si cada uno de ellos puso 10 €, pero les devuelven 1 € a cada uno de ellos, realmente cada uno puso 9 € (9 x 3= 27). Si sumamos los 2 € que se queda el camarero (27+2=29): Dónde está el euro que falta???

miércoles, 29 de abril de 2009

ACABÉ REHABILITACIÓN

Hoy ha sido el último día que he ido a rehabilitación, de las primeras quince sesiones que me mandaron. No sé si será definitivo o no (yo creo que no). De momento, he notado algo de mejoría, aunque no demasiada. Pero he ido haciendo cosas nuevas, con diferentes ejercicios y creo que esto ha sido mucho mejor. Se debe todo a que la chica que me trataba antes, desgraciadamente, fue despedida. La nueva chica que me ha estado tratando hasta ahora, me ha ido mucho mejor me ha hecho cambiar ejercicios.

De momento no sé lo que pasará. El lunes tengo cita con la traumatóloga y ella ya me dirá si debo continuar con las sesiones o si, por desgracia, me "obligará" a hacerme la resonancia a la que yo le tengo tanto pánico. No quiero, no quiero, no quiero...!!! Ya os contaré qué sale de aquella consulta jajaja

martes, 28 de abril de 2009

Pongo (traducido) un poco del correo que me mandó hace unos días Alisau:

Voy a mostraros las diferencias entre el castellano y el valenciano, porque son más que las propias traducciones de las palabras:

En castellano se dice "perro viejo" donde en valenciano se dice "gat vell" (gato viejo).

El premio gordo de la lotería es un masculino en castellano "el gordo", mientras que en valenciano es femenino "la grossa" (la gorda).

De la mujer de San José en castellano se destaca que sea "Virgen" y en valenciano que sea "Mare de Dèu" (madre de Dios).

En castellano se pagan "impuestos", que viene de imponer y en valenciano se pagan "contribucions" (contribuciones) que viene de contribuir.

Los castellanos desvergonzados lo son del todo, no tienen nada de vergüenza, mientras que los correspondientes valencianos tienen "poca vergonya" (poca vergüenza).

En castellano se celebran cada año las "Navidades", mientras que en valenciano con un solo "Nadal" (Navidad) anual tenemos bastante, como se tiee bastante con un "bon día" (buenos días) y un "bona nit" (buenas noches) cada veinticuatro horas, mientras que en castellano se dice "buenos días" y "Buenas noches". ¿Para qué tantos?

En la meseta se ve que lo dan todo: "dar besos", "dar un abrazo", "dar un paseo", "dar la mano", mientras que en valenciano se da más bien poco, lo que hacen es "pegar besets", "pegar una abraçada", "pegar una volta" o incluso, "chocar la mano". En castellano "dan miedo", mientras que en valenciano nos lo creemos nosotros mismos porque "fem por" ("hacemos miedo").

En fin, las diferencias son múltiples y aún se podría continuar con una larga lista. A pesar de eso, tengo que decir que yo me considero más castellana que valenciana. De hecho, lo segundo no me lo considero en absoluto... ¿te acuerdas Ali? jajajaja El hecho de que me considere más lo primero que lo segundo es por una cuestión muy sencilla: soy castellano parlante, debido a la procedencia de mi familia. El hecho de que lo segundo no me lo considere en absoluto es otra historia que no me gusta ir diciendo a los cuatro vientos, aunque sea lo que siento jajaja.

lunes, 27 de abril de 2009

El año pasado, allá por el mes de mayo, más o menos, la persona que vivía conmigo y yo decidimos hacer una "escapada" de fin de semana. Queríamos salir un viernes y volver el domingo, y así lo hicimos.

El caso es que el jueves por la noche estábamos en casa, aún con la maleta sin hacer y no se nos ocurrió otra cosa que salir a tomar unas cervezas... Llegamos a casa a las cuatro o las cinco de la mañana un poco chispadetes, hicimos la maleta deprisa y corriendo y bajamos todas las persianas de la casa para dormir o, al menso, para intentarlo. Bueno, pues dormimos como pudimos y poco más.

Para no perdernos en esta historia yo voy a ser yo misma y la otra persona va a ser "X".

Pues bien, a la mañana siguiente, nos levantamos pero como íbamos a salir de viaje, no subimos ninguna persiana. Las dejamos tal y como se quedaron la noche anterior.

"X" y yo nos duchamos y nos vestimos y dejamos los pijamas encima de la cama y las zapatillas de estar por casa al lado, como siempre hacíamos.

Nos fuimos de viaje y cuando llegamos decidimos que era un buen momento para subir la persiana del comedor, pero no la de la habitación, porque ya era prácticamente de noche.

El caso es que después de ver un poco la TV y fumarme yo un par de cigarros, pues creímos oportuno ducharnos para ponernos cómodos.

"X" se puso a buscar desesperadamente sus zapatillas de estar por casa, pero no estaban donde las había dejado. A mí al principio no me resultó raro, porque yo soy muy dada a cambiar las cosas de sitio y luego no acordarme. Así que en los 40 metros cuadrados de casa me puse a buscar como una loca. Ni rastro de sus zapatillas... Miré hasta en la lavadora, por si nos había dado por echarlas a lavar, pero nada, que aquello estaba vacío...

Ya hasta las narices de buscar, me da por salir a la terraza a ver cómo estaba la piscina... Y allí, en la mesa que había fuera, estaban las zapatillas de "X", tan ricamente... y sin decir ni mu...

Bueno, todo ésto empezó a mosquearnos pero pensamos que igual era un despiste...

Pero ahí no acaba todo. Cada uno termina de ducharse, yo cojo mi pijama y me lo pongo. Pero cuando "X" va a coger el suyo, no estaba donde lo habíamos dejado antes de irnos.

En la habitación teníamos una mesa auxiliar con estantes, donde teníamos muchas camisetas de manga corta y mis camisetas de tirantes, porque el piso tenía sólo un armario en el que no nos cabía toda la ropa.

Pues ala, otra vez vuelta a empezar a buscar por toda la casa el "maldito" pantalón (es que se me ha pasado por alto comentar que la blusa sí la encontramos en su sitio, pero los pantalones no).

Venga a buscar y a buscar y yo ya a punto de llamar a los GEO o algo así porque me parecía todo rarísimo. Como no sabíamos qué estaba pasando, miramos otra vez en la lavadora, en el armario, debajo de la cama, en la terraza... Creo que a mí me faltó buscar en la nevera, que nunca se sabe oye, que a servidora se le va mucho la cabeza...

Total que ya hasta la coronilla de "revolver" todo, le dije a "X" que cogiera otro pijama del armario y se lo pusiera, que cuando sus pantalones quisieran dar señales de vida, que avisaran.

Pues ahora ya sí, nos pusimos los pijamas (luego os cuento qué pasó con el misterioso pantalón), cenamos y nos quedamos viendo la televisión.

Al cabo del rato decidimos irnos a dormir. Estamos en la cama hablando y oigo un ruido (a mí siempre me dio un poquito de mal rollo aquella casa, la verdad). Le digo a "X": "¿has oído eso?" Y me dice que no (en ese momento yo ya pensé que me estaba volviendo loca...). A los pocos minutos vuelvo a oir otro ruido (el cual, por cierto, no sabría describir...) y "X" me dice que ahora sí que lo ha oído.

Decidimos entonces levantarnos por si el sofá y las sillas se habían sulevado y cuál fue mi sorpresa cuando miro hacia la puerta de la entrada y veo que las llaves de la cerradura de arriba (siempre teníamos las llaves puestas por dentro) estaban un poco salidas y zarandeándose...

Vale, intento mantener la calma todo lo que puedo, porque las patas ya me estaban temblando demasiado. Intento no volverme loca, parece que el corazón se me va a salir por la boca... En fin, lo dicho, que intento tranquilizarme.

Me estaba cagando de miedo, más que nada por las paranoias que se me pasaban por la cabeza, que cuando quiere mi imaginación vuela...

En ese estado acojonante y acongojante decido que ni loca me vuelvo a meter en la cama sin saber lo que está pasando en mi casa. Así que le digo a "X" que yo me fumo un cigarro y así de paso a ver si vuelvo a oir algo y luego ya me acuesto. Y "X" se queda conmigo en el sofá.

Yo cada vez tenía más miedo y me levanté del sofá y me senté en la silla de la mesa del ordenador (que, por cierto, era la más alejada de la puerta...) Ya no se oía nada en todo el rato que estuve fumando...

Me termino el cigarro y "X" y yo nos vamos para la cama, pero antes de eso yo dejo la silla bien puesta, es decir, metida debajo, ajustada a la mesa (no sé si me explico..) y entonces ya sí me acuesto.

Creo que serían ya las tres de la mañana por lo menos. No recuerdo la hora, pero sé que entre pitos y flautas nos acostamos tarde...

Pues bien, una vez en la cama, "X" intenta tranquilizarme y decirme que no me preocupe, que seguro que lo de las llaves eran los del lado izquierdo (unos vecinos ingleses) que habrían venido borrachos y se equivocarían de puerta al meter las llaves y por eso las nuestras se habían movido.

No sé si la explicación era lógica, pero mi cabeza quería pensar que sí (yo misma me sorprendí de que mi cabeza pudiera pensar en aquel momento...)

Terminamos de hablar, intentamos dormir porque "X" al día siguiente tenía una entrevista de trabajo a las 9 de la mañana. Yo tapada hasta arriba con el calor que hacía (por eso de que a veces pensamos que una simple sábana nos va a proteger de algo...) Oigo otro ruido. Sigo cagada de miedo y le digo a "X": yo me voy a levantar otra vez, porque esto ya no me parece normal. Vale, pues "X" viene detrás de mí y cuando llego al saló, la silla que yo había dejado bien puesta, estaba en medio de la sala...

Creo que en aquel momento lo más acertado hubiera sido ir al baño a limpiarme, aunque no lo hice... Lo primero que se me ocurrió fue vestirme y decirle a "X" que yo me iba a la calle, que allí no dormía ni loca...

Fuimos a dar una vuelta con el coche a ver si se me pasaba el canguelo y cuando llegamos a casa a las cinco o así, ya caí rendida del sueño y los nervios.

Por cierto, el pantalón del pijama de "X" apareció al cabo de las semanas debajo de toda la ropa que teníamos en la mesa auxiliar de la habitación (la que he comentado antes). Juro que ese día no habíamos bebido...

¿Es para flipar o no???

domingo, 26 de abril de 2009

"LOBO GRIS"

Hace al menos una semana, alguien desconocido se acercó hasta mi blog para ponerse en contacto conmigo. Me dijo que le encantaba mi blog y que me quería pedir un favor: ayudar a difundir su libro, para que llegara más gente, así que, como me parece muy interesante, aquí os dejo la reseña del libro que él me ha mandado:

RESEÑA DE PRENSA DE

LOBO GRIS



Las milicias paramilitares irrumpieron en Wild Creek, pero no contaban con la vieja leyenda india sobre lobos, ni con el hombre de la CIA.

Una combinación explosiva de thriller político, espionaje y ecología.

Un canto a los lobos y la naturaleza salvaje de las Montañas Rocosas, con raíces en las leyendas indias nativas americanas.

Una historia de amor apasionado y alto voltaje erótico en medio del enfrentamiento entre rancheros y ecologistas.

Unos documentos vitales que desvelan un secreto de la CIA.

Un hombre en busca de justicia. Una mujer en busca del amor y el conocimiento de los lobos.

Una maravillosa historia de amor a la naturaleza y de lealtad a los ideales en circunstancias adversas.


Jason Rovin se refugia en el hogar de su infancia, un rancho en Montana, alejándose de Langley y su vida en la CIA durante los últimos diez años, tras huir con un maletín lleno de documentos clasificados como alto secreto.
Mientras se dirige a Wild Creek, conoce accidentalmente a Catherine Rush, una bióloga que estudia a los lobos de la zona. Los dos inician una buena amistad y colaboran para averiguar el extraño comportamiento de éstos.
Entretanto, empiezan a aparecer misteriosas amenazas de muerte contra la bióloga y el sheriff de la localidad. Jason y Catherine descubren, durante una de sus incursiones en las montañas, la presencia de un campamento de milicias paramilitares, liderado por un terrorista neonazi internacional.
Al tiempo que la presencia de una creciente manada de lobos alarma a todos los rancheros de la zona, los siniestros planes de un banquero local, apuntan hacia una compleja e inquietante trama que llevará las vidas de todos al límite y pondrá a Wild Creek como foco de atención de toda la prensa.
Los documentos secretos que guarda Jason Rovin, se convertirán en claves para la intervención de la CIA y el FBI en el asunto.


Con un argumento que combina acción, aventuras, intriga, y sentimientos de una forma amena y electrizante, diálogos llenos de humor y una narración absorbente, Lobo Gris refleja valores como la amistad, la lealtad, el valor, la libertad, y el amor, a través de unos personajes que ponen de manifiesto lo maravilloso y lo miserable que encierran los seres humanos, y nos transporta a un mundo casi perdido en las montañas Rocosas de Montana.

Una historia mágica sobre lobos, alta política y espionaje, que se mezclan en una novela emocionante de la primera a la última página, con capítulos perfectamente conseguidos que arrancarán emociones encontradas.

El autor nos conduce al mundo de los ranchos en el Oeste americano, con un misterio de fondo que va in crescendo, y la presencia inquietante de unas milicias paramilitares.

Todo un homenaje al mundo del Western americano y sus valores tradicionales, así como un testimonio realista de los entresijos de los Servicios de Inteligencia y el alcance de sus operaciones clandestinas.

Una historia muy visual, en la que podremos descubrir tanto las viejas leyendas indias como la vida interior de un agente de la CIA. Una novela bien escrita, con un ritmo que acelera a medida que pasan las páginas y los personajes se van asomando, con una atmósfera bien recreada, donde transcurre la acción, y con guiños evidentes a la música country.
Novela muy recomendable para los aficionados al thriller político, de espionaje, las historias románticas, y las aventuras ecológicas.

Vídeo-booktrailer de promoción: http://www.youtube.com/watch?v=23KUUix3Gpo

Más información en: www.jamesnava.com
www.eltercernombre.com



Críticas en Medios de Comunicación


Tiene el encanto de las novelas clásicas, con pinceladas de enorme talento. Un thriller impresionante, que recupera el conocimiento de los lobos y las leyendas indias.
LA RAZÓN

Captura todo lo hermoso y lo despiadado de los seres humanos. Atrapa en sus páginas toda la belleza salvaje y dura de las Montañas Rocosas.
La Vanguardia

Retrata con gran riqueza de matices las personalidades de los agentes de la CIA y el mundo de los lobos. Una novela tremendamente gratificante.
El País

Un thriller fascinante, culto y muy bien documentado. Un argumento audaz, cautivador, y entretenido. El autor conjuga hábilmente inteligencia y suspense. Un vívido retrato de la vida en las montañas Rocosas y un ingenioso uso de las claves de las novela de espías.
ANTENA 3

James Nava narra con pericia una historia que resulta absorbente, extraordinariamente bien ambientada en el Oeste americano, con un estudio psicológico de los personajes muy notable y una intriga emocionantísima. Es una novela inteligente, excitante y entretenida. El autor usa sus enormes conocimientos para contarnos el universo de los lobos y la historia de un agente de la CIA.
Página 2 – TVE

Hay muchos libros que merece la pena leer y que apenas reciben atención mediática. Es el caso, por poner un ejemplo, de “Lobo Gris”, de James Nava (Editorial El Tercer Nombre). Una novela que nos introduce en el fascinante mundo de los lobos y de uno de los centros de poder que más comentarios suscita: la CIA. La narración, que se produce de forma trepidante, nos conduce desde las montañas de Montana hasta las operaciones clandestinas de la CIA.
“Lobo Gris” destaca por su pulcritud literaria y un ritmo sobresaliente, por su perfecta ambientación, y por contarnos una historia real, actual y creíble, con una fuerza vibrante que convierten a James Nava en un novelista de primera fila. Los grandes medios de comunicación tienden a fijar su atención en los consagrados, pero de tanto en tanto surgen escritores como James Nava, que combinan de manera natural el rigor y el entretenimiento, permitiendo que atisbemos el mundo que nos rodea con una sensibilidad envidiable. Creo que la mejor novedad del año es “Lobo Gris”, por sus enormes cualidades, aún por descubrir para mucha gente.
Daniel López, ABCD las Artes y las Letras, Diario ABC

“Lobo Gris” es un relato brillante que te mantendrá pegado a sus páginas hasta el final. James Nava maneja con habilidad los recursos del espionaje y el ecologismo e introduce en su novela más sorpresas y giros imprevistos que diez escritores de thriller juntos.
La trama está tan bien elaborada y presentada que te mantendrá en vilo, pero te hará disfrutar cada capítulo. El ritmo es sostenido y la acción imprevisible. Una lectura obligada y sorprendentemente entretenida.
Cristina Fuentes, EL PAÍS

sábado, 25 de abril de 2009

Mi mente divagaba lejos de las noticias y flotaba, dejándose llevar por lo sueños sobre el Tívoli, con las atracciones, los restaurantes y los escenarios al aire libre alrededor de los lagos. Recordé haber estado sentado con Lisa en la terraza de un restaurante, mirando el agua, sentados bajo la espesa sombra de los árboles. Por la noche, todo el parque está iluminado con miles de luces y se parece al mundo de hadas soñado por cualquier niño. Me encanta ir allí.

Mi madre era actriz antes de casarse y tenerme a mí. Después empezó a coser disfraces para la función de Pascua. Le permitían asistir a los ensayos y, por supuesto, me llevaba con ella. Así, el Tívoli se convirtió en mi segunda casa. Como la gente de allí ya me conocía, podía montar en las atracciones gratis. Al principio tenía tanto miedo que no montaba nunca. Un día mi padre vino con nosotros. Me cogió y me subió en la montaña rusa. Creí que me moría del susto. Era una montaña rusa enorme, alta y rápida. Yo estaba tan petrificado que no podía ni gritar. Cuando acabó, mis manos seguían tan aferradas a la barra que no las podía soltar. Mi padre me dijo:

- ¿Estás vivo o muerto?

- Vivo- susurré con la voz rota.

- Bien- replicó-. Entonces daremos otra vuelta.

Y la dimos, hasta que no volví a tener miedo.

- Mira- me dijo-, si te mueres, no tienes nada de qué preocuparte, y si no, pues no merece la pena que te pongas malo preocupándote por si vas a morir o no.

De repente, una palabra interrumpió mis sueños, "Peter".

- ¿Qué han dicho?- le pregunté a mi madre deseando que ella estuviese escuchando.

- Nada- me contestó-. Sólo estaban felicitando en su cumpleaños a Peter, a Robert y a otros.

Me dio un vuelco el corazón. "Peter" era la contraseña para nuestra célula. Significaba que iban a dejar armas por la noche. Tenía que reunirme con el grupo en el garaje de Olaf. Cogí la chaqueta, le di un beso a mi madre y le dije que volvería tarde. Sabía que no le gustaba nada que me marchase así, pero ya tenía diecisiete años y no podía detenerme.

Cuando llegué al garaje, Olaf y John me estaban esperando. John tenía veintipocos años y era estudiante de medicina.

- ¿Quién falta?- pregunté. Sabía que teníamos que ser más de tres, al menos cuatro, para dar las señales de luz en el lugar donde el avión inglés tenía que hacer la entrega.

- Lars llegará en cualquier momento- respondió Olaf.

Yo no conocía a Lars y no estaba seguro de si ese sería su nombre de guerra o su nombre real. No lo pregunté, desde luego.

Lars apareció dos minutos después. Era un hombre corpulento, como Olaf, lo que estaba muy bien, porque los cajones podían ser terriblemente pesados.

Subimos al camión de Olaf; Lars y yo, al descubierto en la parte de atrás, y Olaf, al volante. La BBC debía de haber confirmado el lugar de la entrega, quizá en el resto de las felicitaciones pero sólo Olaf conocía esa parte del código. Salimos de Copenhague hacia Roskilde. La carretera estaba más negra que la boca de un lobo y no había luces por ningún sitio.

Después de conducir aproximadamente media hora, Olaf redujo la velocidad y dio la vuelta en el prado de un granjero. Saltamos y corrimos cada uno a una esquina. Esperamos. Me quedé bajo unos árboles para protegerme lo más posible. Hacía frío, el viento me atravesaba la chaqueta. Por suerte, había dejado de llover. Las nubes pasaban deprisa y una media luna despedía su débil luz sobre el campo.

Llevaba mi ametralladora "Sten" colgada al hombro con una correa. Lo que pasa con las ametralladoras "Sten" es que es facilísimo que se salte el seguro. Y si está cargada, se dispara hasta que toda la recámara se queda vacía. Además, al decir que hacía frío, hablo de frío de verdad. No tenía un tabardo para el viento porque era casi imposible conseguirlo. Entonces empecé a temblar. Me imagino que temblé tanto que se me resbaló la correa, porque la ametralladora cayó contra el suelo y se disparó girando rápida y espasmódicamente con su misma propulsión.

¡Gracias a Dios estaba en forma! Salté tan alto como pude, me agarré de una rama y me colgué con las rodillas dobladas hacia arriba, intentando que no me alcanzasen mis propias balas. Los otros se acercaron corriendo con mucha cautela y paralizados por el miedo.

Pensaban que me había encontrado con una patrulla alemana. Llegaron justo cuando se vació la recámara. Bajé de un salto cuando ya me habían visto. Olaf y John casi se caen de la risa que les entró. Lars se limitó a mirarme severamente. Sabía que de aquella ya no me iba a librar nunca, y desde aquel momento empezaron a hacerme bromas.

Después, entre las risas, oímos cómo se acercaba un avión poco a poco. Volvimos rápidamente a nuestras posiciones. Lars fue el primero que encendió la linterna. Teníamos que esperar a oír con claridad los motores para estar seguros de que era un avión inglés y no uno alemán. Ya podíamos distinguirlo. Pensé que Lars tendría sus razones para encender la luz, así que todos las encendimos. Las linternas emitían luz desde las cuatro esquinas del campo. El avión tenía que depositar el cargamento en el centro, donde convergían las cuatro luces.

Cuanto más lo escuchaba, menos me gustaba el ruido del avión. Sonaba... Sonaba como... Sí, estaba seguro. Retiré la luz rápidamente; después, lo hicieron Olaf y John. Finalmente, lo hizo Lars, pero ya era demasiado tarde. Era un avión de vigilancia alemán que volaba estruendosamente justo encima de nosotros. Estaba seguro de que habían visto las luces. ¿Qué podíamos hacer? Volverían y nos bombardearían o, si estaban de camino hacia una misión más importante, lo transmitirían a las patrullas de guerra para que vinieran a por nosotros. Pero tenía que venir un avión inglés y no podíamos marcharnos sin haber conseguido nuestro enlace.

De nuevo se hizo el silencio. Mientras esperaba en la oscuridad, empecé a preocuparme por Lars. ¡Qué error más estúpido! Quizá era nuevo e inexperto. El avión alemán no volvió y, por fin, después de un tiempo que se me hizo eterno volví a oír motores. Todos esperamos hasta que lo oímos claramente. Sí, era un avión inglés. Encendimos las linternas casi al mismo tiempo. El avión bajó planeando por encima de nosotros. Vimos dos paracaídas que se abrían y caían a tierra.

Después de apagar las luces fuimos a rastras al centro del prado y separamos las cuerdas del paracaídas de las cajas.

Medían medio metro de largo y algo menos de alto, y cada una pesaba cien kilos. Dejamos allí los paracaídas y empezamos a arrastrar las cajas hacia el camión, que estaba aparcado cerca de la carretera. Conseguimos meter dos cajas en el camión. De repente, Olaf susurró:

- ¡Mirad!

Al menos cuatro pares de luces avanzaban hacia nosotros.

- Al camión - ordenó, y se metió de un salto en el asiento del conductor, mientras nosotros subíamos al remolque.

Con las luces apagadas fuimos al centro del prado y nos detuvimos al lado de las cajas. Fueran o no patrullas alemanas, no nos podíamos permitir el lujo de abandonar aquellas armas. Olaf salió deprisa del camión para ayudarnos. Las metimos dentro como pudimos y nos pusimos junto a ellas de un brinco. Olaf, al volante, atravesó la pradera. Los demás íbamos agazapados entre las cajas, listos para disparar. Yo, como no tenía munición, estaba bastante intranquilo.

Los alemanes nos siguieron y abrieron fuego, pero estaban demasiado lejos para acertar.

Olaf se metió por un camino embarrado y pisó el acelerador. Estaba repleto de curvas y pasaba entre los árboles, de forma que no creo que los alemanes pudieran vernos. Ellos tenían la ventaja de que llevaban las luces puestas y de que sus camiones eran más rápidos, claro. Olaf se dirigió a otro prado. Había vivido en Roskilde y se conocía la zona como la palma de su mano. En un extremo del prado arrancamos en dirección opuesta por un camino con árboles a los lados. Fuimos marcha atrás con la esperanza de que nos persiguieran por allí. Dio un viraje rápido y salimos a otro prado. A mí me daba la impresión de que íbamos a acabar en la cuneta.

¡Plaf!

Estaba convencido de que yo lo había provocado con mi pensamiento. Casi salí despedido del camión. Miré y, efectivamente, estábamos en la cuneta. Salimos de un salto e intentamos empujar, pero todo fue en vano porque la zanja era demasiado profunda.

Se veía una luz de una granja no muy lejos.

- Vamos- dijo Olaf-. Allí nos ayudarán.

Me acerqué corriendo a la puerta y llamé. Un hombre, aún con el mono puesto y una pipa en la mano, me contestó.

Sonreí.

- ¡Hola! Siento muchísimo molestarle, señor- dije intentando parecer lo más tímido posible-. Mi novia y yo hemos venido por aquí buscando un poco de intimidad y... Bueno, nos hemos perdido. ¿Podría decirnos...?

El granjero, con actitud servicial, salió al porche.

Olaf le puso el fusil en la espalda.

- Lo siento- dijo-. No tenemos tiempo para descubrir si es usted un buen danés o no. Necesitamos ayuda. Prepare sus caballos. Tenemos que sacar nuestro camión de la cuneta.

Al pobre hombre se le cayó la pipa.

Nos llevó al granero y preparó los caballos con las manos temblorosas. Lars le ayudó. Estaba claro que se había criado en una granja. Llevaron los caballos hacia el camión en la oscuridad, los engancharon y empezaron a tirar. Poco a poco, con grandes efuerzos, el camión dio un salto y salió de la cuneta a tierra firme. Por desgracia, nos habíamos preocupado tanto por no quedarnos allí bloqueados que a ninguno se nos había ocurrido cerrar el remolque, de forma que, al ladearse el camión para salir de la zanja, se resbalaron las cajas y se estrellaron contra el suelo.

Olaf levantó los brazos desesperado.

- Lars, tú y yo vamos a meter esto en el camión- dijo-. Mientras tanto, vosotros dos- nos apuntó a John y a mí- llevad a ese buen hombre a su casa, atadle y metedle con los caballos. No podemos arriesgarnos a que diga a los alemanes dónde estamos.

- No, no, no lo diré- protestó.

Pero John y yo le llevamos a las cuadras y le atamos al lado de uno de los caballos para que no tuviera frío. Me dio pena, pero tenía que ser así. Nunca se sabía en quién podías confiar, y no debíamos poner en peligro al grupo sólo por ser amables con un campesino.

Cuando llegamos al camión, estaba cargado y listo para salir. Olaf siguió subiendo y bajando una hora más por los caminos. Parecía que habíamos perdido de vista la patrulla. Cubrimos los camiones con una lona y nos dirigimos a las afueras de Copenhague, a un viejo almacén abandonado. En unos minutos, el camión estaba descargado y fuimos hacia el garaje. Olaf abrió la puerta y entramos. Suspiré, sonreí, y cuando abría la boca para hablar, se encendieron todas las luces. Estábamos rodeados de soldados. Había fusiles apuntando por todas partes. No me cabía en la cabeza. Lo único que pensaba era: ¿Cómo? ¿Quién?

Pero después me dí cuenta que Lars había encendido las luces al avión alemán. Le miré. Él no estaba sorprendido. ¡Hijo de puta! Le habría matado, pero cuando iba a echar las manos al fusil, me acordé de que estaba vacío. Se me revolvió el estómago. No me había encontrado así desde la vez que subí a la montaña rusa. Fui a coger la pastilla de cianuro que llevaba siempre en el bolsillo, pero ya era demasiado tarde. Me estaban metiendo a empujones en un camión y tenía los brazos inmovilizados a la espalda. ¡Mierda, mierda!





Carol Matas, "Jesper"

viernes, 24 de abril de 2009

Oh the wind whistles down
The cold dark street tonight
And the people they were dancing... to the music vibe
And the boys chase the girls, with curls in their hair
While the shocked too many sit way over there
And the songs get louder each one better than before

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?
And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
Where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?
Where you gonna sleep tonight

. . . . . . .

So you're heading down the road in your taxi for four
And you're waiting outside Jimmy's front door
But nobody's in and nobody's home till four
So you're sitting there with nothing to do
Talking about Robert Ragger and his one leg crew
And where you gonna go, where you gonna sleep tonight?

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
Oh where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?
And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
Where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?
Where you gonna sleep tonight

. . . . . .

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
Oh where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?

And you singing the song thinking this is the life
And you wake up in the morning and your head feels twice the size
where you gonna go, where you gonna go, where you gonna sleep tonight?

Where you gonna sleep tonight?




jueves, 23 de abril de 2009

ENCERRADA EN EL ASCENSOR

Hoy os voy a contar una experiencia un tanto traumática.

Siempre, desde que tengo uso de razón, he sido claustrofóbica.

Antes vivía en una casa desde que nací hasta los quince años, más o menos. Era un edificio viejo y como vivía en el segundo piso y el ascensor de allí no me inspiraba demasiada confianza, siempre iba por las escaleras.

Cuando mi familia y yo nos cambiamos de casa, empecé a subir en el ascensor, porque como era nuevo, parecía que me inspiraba seguridad.

Nunca me había quedado encerrada en uno, pero no me han terminado de gustar.

El caso es que un 17 de febrero de 2001, nunca se me olvidará, una amiga mía celebraba su cumpleaños en casa. Fuimos seis personas para allá. Ella vivía en el sexto piso.

Al llegar al portal, yo dudé si subir andando o no, pero al final, no sé aún por qué, me subí en el ascensor con las otras cinco personas.

Al entrar ví que había hueco suficiente como para que cupieran otras cuatro personas (no caí en que ya había demasiado peso dentro), con lo cual yo iba "tranquila".

Le damos al seis. Cuando pasó un rato, miro a la pantallita y pone "2". Cuando a mí me pareció que había pasado una eternidad, vuelvo a mirar y pone "2". Y aquello ya me pareció demasiado extraño.

Entonces, oigo cómo el ascensor hace un ruido... y se para!! En ese momento yo me pongo blanca y me voy hacia el fondo (donde estaba el espejo) y allí veo cómo cada vez estoy más pálida y empiezo a sudar...

Me da una especie de ataque de ansiedad y me pongo a gritar como una histérica enrrabietada...

A los pocos minutos (a mí me parecieron horas...) apareció un vecino y cuando yo ví la puerta mínimamente abierta (aunque se había quedado un escalón grande, al quedarse el ascensor entre piso y piso), pegué el salto más grande de mi vida, con falda y botas de taconazo incluído.

Desde entonces, no me he vuelto a subir a un ascensor, a excepción del día que me bajaron y subieron del quirófano en diciembre, pero porque no me quedaba más remedio.

Y no me vuelvo a subir voluntariamente!!

miércoles, 22 de abril de 2009

ALGUNAS PELÍCULAS

Últimamente he visto algunas películas, por pasar el rato, más que nada. Os voy a hablar de alguna de ellas, por si os apetece verlas:

- La pantera rosa 2: no vi a primera. Esta no está mal del todo, te puedes echar unas risas y pasar el rato.

- Gran Torino: para mí, un peliculón. Me gustó muchísimo. Cuenta la historia de un americano de pro, que luchó en la Guerra de Vietnam y ahora, después de retirado, tiene que vivir el día a día con unos vecinos inmigrantes. Ésta sí que merece la pena verla.

- Al final del camino: Desde que i “Aquí no hay quien viva”, siempre me ha gustado la “pareja” formada por Fernando Tejero y Malena Alterio. Me esperaba otra cosa pero no me terminó de defraudar. Para pasar el rato también. Eso sí, salen unos paisajes muy bonitos de Galicia y la Catedral de Santiago. Muchos actores españoles conocidos.

- Mentiras y gordas: Me decepcionó. Y mucho. Directamente una guarrada de película. Aunque te puedes distraer viendo a Hugo Silva o Mario Casas. El argumento, simple aunque se puede llegar a aprender del final y del tipo de vida que lleva cada uno de los personajes. Por lo demás, no me gustó nada.

- Crepúsculo: para mí, alucinante. Me encantó aunque, por supuesto, ni punto de comparación con el libro. Se lo recomiendo a todo el mundo. La película se deja algunos detalles que salen en el libro, pero de verdad que me encantó. Parecía una tonta viéndola… Ay Edward!!! Jajajaj Si a alguien le interesa la historia, le recomiendo que primero el libro y luego la película. Yo también quiero ser Bella Swan!! jajajja

martes, 21 de abril de 2009

CÓMO PASAN LOS AÑOS

Os copio el mail que me mandó hace poco Barca y me encantó jejeje



Después de los 25 ya nada es igual...



1. Hacer el amor en una cama individual o en el coche es absurdo...

2. Tienes más comida que cerveza en el frigorífico.

3. Las siete de la mañana es la hora a la que te levantas y no la hora a la que te acuestas.

4. Escuchas tu canción favorita en el coche, de camino al trabajo, no en la discoteca.

5. Llevas siempre un paraguas encima.

6. Sintonizas "Radio 5", "Todo noticias" o "Kiss FM".

7. Tus amigos se casan y se divorcian en lugar de hacerse novios y cortar.

8. Tus vacaciones se reducen de 130 días a sólo 15.

9. Tus familiares mayores ahora hacen bromas acerca de sexo delante de ti.

10. No sabes a qué hora cierra cada bar de tapas o de copas.

11.
Estás seguro de que la mejor comida para tu perro es "Pedigree Pal" en vez de las sobras de anoche.

12. Dormir en el sofá en casa de un amigo al que visitas el fin de semana es inaceptable.

13. "El Jueves" ya no es tu principal fuente de informacion.

14. Vas a la farmacia a por Aspirinas y Antiácidos en lugar de a por condones.

15. Una litrona de cuarenta duros ya no es lo mejor que puedes beber.

16. Tus listas de la compra ya no incluyen bolsas gigantes de Cheetos, pizza congelada y Pitusa Cola para ls cubatas.

17. "Ya no puedo beber como lo hacía antes" reemplaza al famoso "No vuelvo a beber nunca más".

18. El 90% del tiempo que pasas frente al ordenador es por trabajo.

19. Pierdes el 70% del contacto con tus amigos y sólo tienes noticias suyas por correo electrónico, y aún...

20.
Usas zapatos de vestir en lugar de tus zapatillas favoritas.

21. Ya no usas pantalón corto los fines de semana.

22. La gente que empieza ahora la Universidad nació en 1991!!!!!

23. Al acabar de ducharte cuelgas la toalla en su sitio.

24.
Todos tus amigos se casan sin ser de penalty.

25. Todos los de "Operación Triunfo" y "Gran Hermano" son más jóvenes que tú.

26. Tus sobrinos saben más que tú de ordenadores.

27. Vas a la playa y te puedes pasar todo el día sin bañarte.

28. Te puedes gastar 18 euros en un disco sin quedarte pelado el resto del mes.

29. Los dependientes de las tiendas de ropa parecen tus hermanos pequeños.

30.
Después de leer este e-mail decides enviarlo a un amigo, seguro que le va a encantar...

QUE NOS HACEMOS MAYORES, PERO ESTAMOS DIVINOS DE LA MUERTE...

lunes, 20 de abril de 2009

OPERACIÓN DE MI MADRE

Escribo un poco deprisa porque me tengo que ir enseguida. Sólo pasaba por aquí para decr que no sé cuánto tiempo voy a estar ausente (espero que sólo hoy) porque en un par de horas, como mucho operan a mi madre, una operación que llevábamos ya unos meses esperando.

Tengo mucho miedo. De la gente que suele leer mi blog y con la que hablo por el msn, sólo lo sabe una persona, la más especial de todas. No es que el resto no seáis especiales, que lo sois, pero ella es muuuuy importante para mí.

Tendré un día un poco ajetreado pero espero que todo salga bien, como tiene que salir. Os contaré en cuanto todo esté normalizado. Yo cada minuto que pasa tengo más miedo, es inevitable.

domingo, 19 de abril de 2009


Hace un mes y algo (concretamente el 05 de marzo, si no recuerdo mal) os conté que había recibido unos regalos muuuuy especiales de mi niña, alguien muy importante para mí.

He tardado un poco, pero aquí os dejo las fotos para que podáis verlos:

Muy bonito el anillo, como podéis ver y muy significativo, ya que es como nuestra alianza de boda y ella tiene uno igual y, curiosamente, lo llevamos en el mismo dedo de la misma mano jajaja.


Camiseta de mi color favorito. ¿¿Quién se lo habrá chivado??



Simplemente los pendientes de bola, me encantan. Son de mi estilo y yo me pirro por los pendientes y todas esas cosas.


Y estos otros pendientes también son muy bonitos y se parecen mucho a un colgante que tengo, que bien podrían ir a juego jajaja.

¿¿A que es muy bonito todo?? jajaja. A mí me encanta!!




Para terminar decirte a ti, que ya sabes quién eres, que adelante, que no te preocupes de NADA y que pases de TODO, de verdad. Eres de lo mejorcito que hay nena, y hay que ser muy tonto para no darse cuenta.



sábado, 18 de abril de 2009

Aquí os dejo la canción que sirve de banda sonora para esa serie tan.... rara (o como dice Barca, mala jajaja). Os dejo una nueva versión que oí hace poco, porque no es por la serie, pero a mí el grupito este me gusta :P


Ni me escondo, ni me atrevo,
ni me escapo, ni te espero,
hago todo lo que puedo
pa' que estemos juntos.

Cada vez me importan menos
los que piensan que no es bueno
que haga todo lo que puedo
pa' que estemos juntos.

Medicina alternativa,
tu saliva en mi saliva,
es física o química.

Ni me miras, ni te quiero,
ni te escucho, ni te creo,
pero siento que me muero
cuando os veo juntos.

Cada vez me importas menos
o eso digo cuando bebo,
o que sienta que me muero
cuando os veo juntos.

Medicina alternativa,
tu saliva en mi saliva,
es física o química.

La mitad de lo que hemos vivido
hace más ruido,
que el ruido de un cañón.
Y un corazón de hielo herido
se ha derretido en su colchón.

La mitad de lo que hemos vivido
hace mas ruido,
que el ruido de un cañon.
Y un corazon de hielo herido
se ha derretido en su colchon.

Medicina alternativa,
tu saliva en mi saliva,
es física o química.

La mitad de lo que hemos vivido
hace más ruido,
que el ruido de un cañón.
Y un corazón de hielo herido
se ha derretido en su colchón.

La mitad de lo que hemos vivido
hace más ruido,
que el ruido de un cañón.
Y un corazón de hielo herido
se ha derretido en su colchón.



viernes, 17 de abril de 2009

Fue Peter, un primo mío, el que se enteró de lo que yo pensaba sobre la invasión y me confesó que él y algunos amigos imprimían periódicos clandestinos. Me explicó lo importantes que eran para que la gente se enterara de las verdaderas noticias de la guerra y para convencerla de que se unieran a los grupos de resistencia. Dijo que necesitaban a alguien que los repartiese, así que me ofrecí voluntario, por mí y por Stefan, en aquel mismo momento. Aquel fue nuestro primer trabajo en serio. Recogíamos una bolsa de periódicos en el patio del colegio y después subíamos y bajábamos de los tranvías repartiendo copias. Era peligroso pero aprendimos mucho. Estábamos convencidos de que éramos demasiado listos para que nos cogieran. Y tuvimos suerte. Al cabo de un tiempo, Lisa también empezó a ayudarnos. Al principio no queríamos que lo hiciera. Pensábamos que era demasiado joven -aún no había cumplido los trece- y que no tendría valor suficiente. Pero como era increíblemente testaruda, finalmente tuvimos que dejar que nos ayudara.

Después de un par de meses colaborando en lo de los periódicos, Peter me puso en contacto con un grupo de sabotaje. En un principio, Stefan no se metió, porque era judío y, si le cogían, los alemanes le pondrían como ejemplo de la gran amenaza que suponía su raza. La resistencia no quería facilitar a los alemanes coartadas que pudieran dejar sin salida a los judíos. Pero Stefan insistió. Yo le respaldé, y al final le aceptaron.

La primera noche de entrenamiento fue mucho más emocionante que cualquiera de nuestros sueños más descabellados. Esperamos a la puerta de casa, nos recogieron y recorrimos toda la ciudad a oscuras hasta el campo. No sólo nos iban a dar armas, sino que iban a enseñarnos a utilizarlas. La resistencia utilizaba por lo general armas robadas a los alemanes. Por supuesto, en esto ellos habían tenido más éxito que nosotros.

Nos adentramos en un bosque de las afueras de Copenhague y estuvimos aprendiendo a disparar durante horas. Creo que era diciembre. Al menos hacía frío y había humedad. Pero ni a Stefan ni a mí nos importaba. No era fácil disparar cuando todo estaba negro como la boca de un lobo, pero no teníamos elección. Como éramos inexpertos, debíamos tener cuidado de no disparar el uno al otro. Para mí fue como un sueño hecho realidad. Ahora yo era Nelson Eddy. Desde entonces tuve mi propio fusil, que guardaba bajo el colchón. Hacía un poco de bulto y era incómodo, pero si mis padres me llegan a pillar con un arma... Bueno, no quiero ni pensarlo. Así y todo, estoy seguro de que sospechaban en lo que andaba metido. Empecé a salir todas las noches después de cenar. Supongo que de sieron cuenta de que me estaba haciendo demasiado mayor para obigarme a permanecer en casa y seguir una disciplina, y simplemente rezaban para que no me pasase nada.

Seguimos entrenándonos. Pasado algún tiempo, un día emprendimos nuestra primera misión importante.

La resistencia por entonces aún era pequeña. Lo que buscaban era llevar a cabo el mayor número posible de sabotajes, en parte porque querían paralizar a los alemanes de cualquier forma, pero también por lo que había ocurrido en la invasión de Dinamarca. El gobierno se había rendido y continuaba en el poder; el rey seguía en el trono, y ni siquiera estábamos en guerra con Alemania. Alemania nos consideraba un protectorado, como si protegiéndonos nos hiciera un favor. Muchos de nosotros detestábamos este acuerdo. La resistencia tenía que recordar a la gente que los alemanes eran el enemigo invasor y que no estaba bien colaborar con ellos. Además, confiábamos en que, tras los sabotajes, los alemanes, enfurecidos, nos hicieran la vida tan imposible en Dinamarca que el gobierno no se atreviera a cooperar más con ellos. Y esto fue lo que ocurrió, finalmente, en 1943. Si no hubiéramos volado lugares como las fábricas de armamentos, los ingleses las habrían bombardeado y hubiesen muerto muchos daneses inocentes.

Nuestra primera misión fue volar la fábrica que suministraba fuselajes y alas a la aviación alemana. Se hizo a plena luz del día. Stefan y yo nos encontramos con nuestros contactos en el garaje de Olaf a la una en punto del mediodía. Veinte minutos más tarde estábamos todos en un extremo de la calle, mientras otros cuatro compañeros ocupaban el otro lado. Nuestra labor consistía en parar el tráfico. Yo estaba un tanto decepcionado. Supongo que lo que hubiera deseado era pasar corriendo y disparar. En cambio, estábamos allí sólo para decirle a la gente que había problemas al otro lado de la calle y que tenían que esperar. Si alguien hubiese armado jaleo, habríamos sacado los fusiles, pero nadie lo hizo. Diez minutos más tarde hubo una explosión enorme. Nos metimos rápidamente en los coches y bajamos por una calle lateral. Todo fue muy sencillo.

Los atentados se planeaban siempre hasta el último detalle, sin dejar ningún cabo suelto. Stefan y yo sólo teníamos a una persona como contacto. Era más seguro así. Si nos cogían y nos torturaban, no podríamos traicionar al resto del grupo. Sobre esto ahora ya lo sé todo. También hay otra norma: soportar la tortura durante veinticuatro horas, para dar una oportunidad a tus contactos de que se escondan. Después, si no hay más remedio, habla.

Poco después de aquello, llevamos a cabo una incursión en una comisaría de policía danesa y robamos todas las armas. No opusieron mucha resistencia. Estoy seguro de que muchos de ellos detestaban hacer el trabajo sucio de los alemanes. De hecho, conseguí la mayoría de los planos de las fábricas que volamos a través de la policía danesa. Los policías dijeron que, para proteger a los alemanes, necesitaban listas de las fábricas y planos detallados de las plantas, sólo así podrían colocar a sus hombres de forma adecuada. Estas listas y planos iban a parar directamente a la resistencia y los usábamos para organizar los ataques. Siempre sabíamos cuántos guardas había, dónde estaban situados y dónde se encontraban las máquinas. Los alemanes no se explicaban cómo los descubríamos.

Stefan y yo vivimos contentos aquellos pocos años, hasta la rendición de 1943. Íbamos a la escuela, seguíamos con los estudios y cada vez estábamos más metidos en lo del sabotaje. Nunca llegamos a estar a punto de que nos cogieran. Parecía que nuestras vidas estuvieran protegidas por un encantamiento. A menudo acudíamos a concentraciones en las que la gente se reunía para cantar. Miles de personas llenaban la plaza del ayuntamiento y cantaban canciones danesas. No era ilegal, y los alemanes no podían impedirlo, pero lo aborrecían con todas sus fuerzas. Recuerdo que una vez el rey me dio la mano. Salía todas las mañanas en su caballo para saludar a sus súbditos, animarnos y darnos esperanzas.

Por entonces yo ya salía con Lisa. Aunque ella sólo tenía quince años, cada vez estaba más comprometida con la resistencia. Al final, ella y su amiga Suzanne se unieron a nuestro grupo de sabotaje. Lisa y yo íbamos al cine por la tarde y, después de cenar, llevábamos a cabo acciones de sabotaje.

Había seis o siete atentos cada día, así que los alemanes pusieron patrullas de guardia en las fábricas. Cuando la gente iba a trabajar y veía las patrullas alemanas allí, se ponía tan furiosa que pronto empezaron las manifestaciones y los motines.

Los alemanes comenzaron a tomar rehenes, lo que provocó más amotinamientos. Luego exigieron como castigo que los policías daneses disparasen sobre la gente. El gobierno danés se negó y el 29 de agosto dejó de existir. Por fin, todo el país estaba unido en la guerra. Olaf nos invitó a Stefan y a mí a una botella de whisky que había birlado en una incursión y nos emborrachamos para celebrarlo. Al día siguiente pagué las consecuencias. Me pasé todo el día vomitando, y mi madre quería llevarme al hospital, convencida de que tenía una gripe horrible. Sin embargo, mi padre observó el color de mi cara y le dijo que ya me recuperaría. Pensé que me moría y creo que no me habría importado. Ahora supongo que no volveré a tener la oportunidad de beber whisky otra vez.

Después perdí a Stefan y a Lisa, y todo cambió de repente. Aquello ya no era un juego. Hasta entonces los alemanes habían tratado a los judíos igual que a los demás. Cuando los nazis quisieron que los judíos se pusieran unas estrellas amarillas en el abrigo, el rey dijo que si alguno de sus súbditos tenía que llevar una estrella, todos los demás, incluído él, la llevarían. Supongo que la perspectiva de ver a toda la población llevando estrellas fue suficiente para hacerles olvidar la idea. Nos llegó información sobre los campos de concentración y supimos de las matanzas masivas de judíos en otros países ocupados. Finalmente, en octubre, los alemanes decidieron acorralar a los judíos también en Dinamarca. No lo habían hecho antes porque sabían que los daneses se volverían contra ellos, pero ahora que ya no lo estaban, no tenían nada que perder. Planearon detener a todas las familias judías en sus casas el día del Rosh Hashanah, el año nuevo judío.

Aquella noche Stefan y Lisa se escondieron en el hospital donde trabajaba su padre. Otras familias judías se fueron a casa de amigos, a iglesias u hospitales. Cuando llegaron los alemanes, encontraron las casas vacías. La resistencia empezó a trabajar de forma frenética. Había que encontrar una forma de pasar ocultos a todas las familias hacia Suecia por el estrecho. No dormí nada aquellas noches. Simplemente no tenía tiempo. No volví a ver a Stefan y Lisa hasta la noche que salieron del hospital para pasar ocultos la frontera por la costa. Les ví allí y los tres estuvimos ayudando a los grupos que venían de Copenhague a meterse en las barcas que le llevarían a Suecia. Al final les tocó a ellos. Dí un beso a Lisa cuando se iba. Fue el primer beso de verdad. Después me quedé allí de pie en la playa, solo, mientras mi mejor amigo y su hermana se alejaban en la oscuridad. Sonaron disparos a mi alrededor y me encontré metido en una emboscada de los alemanes. La oscura noche sin luna me salvó y me las arreglés para escapar.

Dejé de ir a la escuela en el mes de octubre. Estuve trabajando día y noche para ayudar a escapar a los judíos que estaban escondidos en los hospitales, en las iglesias y en uno de nuestros sitios preferidos, una librería que estaba justo enfrente del Cuartel General de la Gestapo.

De siete mil judíos, los alemanes sólo cogieron a unos cuatrocientos.

He de pasear de un lado a otro porque hace mucho frío y tengo los pies entumecidos. Pero al moverme, siento un dolor punzante en los dedos, como si me estuviesen clavando cuchillos afilados. Me los miro. Unos están más hinchados que otros, y la parte desgarrada del meñique me está supurando. Me acuerdo de las manos de mi madre, siempre suaves y frescas, aliviándome la frente caliente cuando estaba enfermo, o increíblemente rápidas y ágiles, cuando cosía. Estaba cosiendo la noche que fui al garaje de Olaf. La noche que volví a encontrarme con Frederick.

Era una noche fría y lluviosa de noviembre. Como de costumbre, estaba escuchando la BBC en la radio después de cenar. Era ilegal, pero todo el mundo lo hacía. Nos informaba de lo que estaba ocurriendo realmente en la guerra. Además, era el medio que tenía la resistencia para recibir mensajes cifrados desde Inglaterra. Mi padre estaba fuera de la ciudad en un viaje de negocios para la empresa Philips, y mi madre estaba cosiendo un traje de Pierrot, para la función de Navidad que había en el Tívoli.





Carol Matas, "Jesper"

jueves, 16 de abril de 2009

¿QUIÉN COÑO ERA PACO?

Una vez conté un poco de mis aventurillas al entrar en la Universidad... Estaba pensando hace un rato y me he acordado de una anécdota en concreto y os la voy a contar, por contar algo, más que nada...

Recuerdo que era un jueves y ese día eran las paellas de... (no me acuerdo qué carrera). Lo cierto es que dudo mucho que lo supiera, porque sólo veíamos carteles de que había tal celebración y allá que nos apuntábamos mis compañeras y yo.

Desde que tengo uso de razón, siempre he odiado madrugar, pero me acuerdo que aquel día a las diez de la mañana ya estábamos en la Uni (y eso que a mí me pilla a casi 50 kms de mi casa...)

La verdad es que ahora que estoy intentando hacer memoria, me doy cuenta que en realidad me acuerdo de más bien poco, ¿por qué será? jajaja

El caso es que aquel día, a las 12 del mediodía, más o menos, después de haber estado bebiendo casi sin desayunar y al sol... pues ya os podéis imaginar cómo íbamos de perjudicadas...

Recuerdo que tenía clase a las 15:00 h y nada menos que de contabilidad (pufff...) y yo estaba empeñada en ir fuera en el estado que fuera (ignorante de mí, llevaba todo el año sin enterarme de nada, no sé si pensé que por ir borracha me iba a enterar de los putos balances y libros de cuentas...)

Como os imaginaréis, no pisé la clase aquella tarde... Recuerdo que en el parking donde hacíamos las paellas (no sé por qué lo llaman así cuando casi todo el mundo come bocadillos...) había un coche rojo. Yo diría que un Hyundai Accent, pero creo que eso ya es decir demasiado... Tenía una pegatina que ponía "Paco".

Yo me tiré al lado de la rueda y empecé a llorar la mona... "Ay.... ay...." y la gente me intentaba acojonar diciéndome: "levántate de ahí que va a venir Paco y te vas a enterar" (había tomado el coche de Paco como el mío propio...) pero yo como el que oye llover.

Así pasamos la tarde, entre otras cosas, haciendo tiempo hasta que saliera el último bus para no llegar a casa en esas condiciones...

Hasta que apareció Paco... con su novia y yo borracha perdida (qué situación!!) Yo le pedí perdón más roja que un tomate y Paco me ayudó a levantarme y me dijo: "no te preocupes, que no pasa nada. Además, no se lo voy a contar a nadie de clase".

Al cabo de los días, semanas y meses, me dí cuenta que en mi clase no había ningún Paco (vale, el primer año éramos más de cien, pero sólo había ocho chicos, y estaban todos controlados...)

Me pregunto si el tal Paco me tomó el pelo (que no me extrañaría), iba peor que yo y me confundió (tampoco sería raro) o simplemente fue producto de mi imaginación... (aquí ya me empezaría a preocupar seriamente)

miércoles, 15 de abril de 2009

HOY HACE TRES AÑOS...

Hoy vuelve a ser 15 de abril... Pero de otro año.

Hoy vuelvo a no saber qué decir, ni qué escribir... como hace tres años.

Hoy no es sábado, como hace tres años... Hoy no espero con alegría a nadie que, por desgracia, se tuvo que dar la vuelta... Simplemente, hoy no espero a nadie. Ni me pongo de camino a Burgos, como entonces.

Hoy sigo acordándome de ella, como entonces y como siempre.

No sé si es casualidad, pero siento que desde aquella época, las cosas no me van tan bien como hasta entonces... Echo de menos ciertos tiempos pasados...

Hoy hace tres años que murió mi abuela... Desde aquí todo mi recuerdo para ella...

martes, 14 de abril de 2009

Creo que es eso exactamente lo que ha pasado. O eso, o hay alguien muy poderoso que me tiene una manía alucinante. No es normal que lleve tantos meses sin encontrar trabajo, y no sólo eso, sino que en tantos meses me hayan llamado para no más de tres entrevistas. No es normal que ni siquiera me llamen para los cursos a los que me apunto del INEM, joder, que ni para eso me suena el teléfono... qué triste. Y por si eso fuera poco, en octubre o noviembre cogí un día el coche y me encontré con un arañazo en la puerta del copiloto, como si hubieran pasado una llave con mala intención... A las pocas semanas, otro arañazo idéntico en la puerta de detrás del copiloto... Golpes de haber aparcado (bueno, eso lo paso por alto, porque yo misma soy un poco torpe para aparcar), me han robado la "S" de delante, estuve en el taller, la puse y me la han vuelto a robar... Y para colmo, ayer cogí el coche y algún mal nacido, por no llamarle hijo de puta, me rompió el retrovisor izquierdo, sacándolo del sitio y dejándome el cristal echo añicos... En fin, ¿alguna prueba más de que me debe haber mirado un tuerto? (O más...)


Por cierto, BARCA_0014, que no me olvido ehh, que hoy hace dos meses de lo nuestro jajajaja

lunes, 13 de abril de 2009

Hace ya ocho años conocí a alguien muy especial en la Universidad: mi amiga y compañera de clase NAJLAE, buena persona donde las haya.

Me encantaría poder volver a verla algún día, que desde el verano de 2007 no la he vuelto a ver. Pero acabas la Universidad y cada uno va haciendo su vida y yéndose por caminos distintos.

Lo pasaba en grande a su lado. Viéndola cumplir con sus costumbres musulmanas, en clase de francés donde, lógicamente, ella nos daba mil patadas a todos, en el césped cuando nos tirábamos todas a mirar al cielo sin hacer nada... y en cualquier parte.

Así que desde aquí, que sino me equivoco ahora andas por Marbella, todo mi cariño para ti, que sabes que siempre lo has tenido y FELICIDADES!!!

Por cierto, se te echa mucho de menos...

domingo, 12 de abril de 2009

JESPER: CAPÍTULO 1




Pronto me van a ejecutar. Los nazis están empezando a perder las esperanzas y, a medida que las pierden, se vuelven cada vez más mezquinos.

Llevo dos semanas solo en esta celda. Hace unos minutos ha entrado un centinela y ha dejado un trozo de papel y un lápiz encima de un pequeño escritorio que hay en un rincón. Se me permite escribir una última carta de despedida a mi familia. El centinela se ha reído, porque sabe que no puedo escribir. Me han arrancado todas las uñas y tengo los dedos hinchados y ensangrentados. Pero aún puedo pensar. Eso no pueden evitarlo.

El tipo que está en la celda de la izquierda es el que me dio esta idea. Todos los días nos pasamos mensajes en Morse dando golpecitos en la pared. Ayer le pregunté qué hacía para no volverse loco, y me dijo que componía poemas y los memorizaba. Lo intenté, pero no me dio resultado. Antes siempre estaba escribiendo poesía, pero ahora no puedo, simplemente no me sale. Después, tuve otra idea, rememorar todo lo que ha pasado y ponerlo en orden. Si por algún milagro vivo, lo escribiré todo, y si me muero, me habrá mantenido ocupado mis últimos días. No quiero ser pesimista ni asustarme. Tampoco quiero desesperarme.

Ojalá no me temblaran los dedos. Me cuesta tanto concentrarme... Si pienso e intento contarlo todo con sinceridad, si consigo profundizar en mis pensamientos, quizá me olvide del dolor. Intentaré no mirarme las manos; cuando lo hago, no sé por qué, me duelen más. Me recuerdan algo, una escena que puedo ver tan claramente como si acabase de ocurrir. Me miro las manos y no las veo ensangrentadas ni desgarradas, sino suaves y en forma de cuenco, llenas de azúcar.

Estábamos en abril de 1940, tres días después de que los alemanes invadiesen Dinamarca. Stefan, mi mejor amigo, y yo íbamos a llevar a cabo el primer acto de resistencia. Teníamos entnces catorce años. Catorce años y estábamos enfadados y avergonzados, porque Dinamarca se había rendido a Alemania sin luchar. Pero eso no significa que nosotros no pudiésemos hacerlo, sino todo lo contrario. Por supuesto, no teníamos ni armas ni contactos ni sabíamos lo que estábamos haciendo. Había vehículos alemanes por todas partes, coches y camiones. Así pues, Stefan, que siempre ha tenido un cierto talento científico, sugirió que un poco de azúcar en el depósito de la gasolina haría que los alemanes fueran más despacio. Ahora escasea tanto el azúcar que es como el oro, pero entonces sólo tuvimos que ir a la tienda y comprar unas bolsas.

Decidimos dar el primer golpe después de la escuela. Fuimos hasta casa en bicicleta, nos llenamos los bolsillos de azúcar y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad. Dejamos las bicicletas cerca de Dagmarhus, un gran edificio de oficinas que está al otro lado de la plaza del ayuntamiento y que los nazis habían convertido en Cuartel General. Después deambulamos por las calles para comprobar las posiciones del enemigo. Nunca había estado tan emocionado, pero no tenía miedo. Suponía que éramos mucho más listos que aquellas langostas -les llamábamos así por los uniformes verdes- o, al menos, mucho más rápidos, si fallaba todo lo demás. No niego que me latía el corazón tan fuerte que cuando Stefan me hablaba al oído casi no le entendía, pero era más por la emoción que por el miedo.

Stefan pasó al lado de uno de los camiones alemanes y se volvió hacia mí. Después se detuvo a la altura del depósito de gasolina y simuló que buscaba algo en la chaqueta. Sacó una libreta del bolsillo de la camisa e hizo como si leyera algo. Mientras, yo, temblando un poco, quité el tapón y eché el azúcar en el depósito. Volví a ponerme el tapón nos marchamos. El siguiente le tocaba a Stefan. Vigilar te destrozaba mucho más los nervios. Al menos, mientras actuabas, te concentrabas en lo que hacías y no tenías tiempo para preocuparte; en cambio, mientras vigilaba para Stefan, era terriblemente consciente de la cantidad de soldados armados que rondaban por allí. Había camiones descubiertos llenos de tropas que iban de arriba a abajo, patrullas a pie con los fusiles preparados y soldados moviéndose por todas partes. La ciudad ya no era nuestra, sino suya. Así y todo, nos las arreglamos para vaciarnos los bolsillos sin problemas y después decidimos esperar por allí para ver si realmente daba resultado.

Un oficial alemán salió con paso decidido de unas oficinas siguiendo a su conductor. Entraron en uno de los coches que habíamos saboteado e intentaron poner en marcha el motor. Hizo un ruido extraño y después se paró. El conductor salió, abrió el capó y se pasó una eternidad intentando resolver el problema. Justo detrás de él, estaba ocurriendo lo mismo en un caminón grande lleno de soldados listos para que los trasladaran. Nos dio tanta risa que nos tuvimos que apoyar en una pared. Pero como era peligroso quedarse por allí, cogimos las bicis y nos largamos a casa.

- Esto sólo es el principio, Jesper- gritó Stefan rebosante de alegría, al cruzar el puente que iba hacia mi casa.

- Sólo el principio- repetí. Me invadía una alegría que no había sentido nunca. Podíamos hacer algo, podíamos luchar antes de rendirnos. ¡Les íbamos a demostrar quiénes éramos!

Seguimos poniendo azúcar en los depósitos siempre que podíamos, pero después de un par de meses empezó a aburrirnos. En junio teníamos los exámenes y no podíamos pensar en otra cosa. Después llegaron las vacaciones de verano. No teníamos nada que hacer, aparte de comprobar que la gente de Dinamarca hacía como si nada ocurriese. Nosotros cada vez estábamos más enfadados y más inquietos. Fuimos una y otra vez a ver las películas de Nelsosn Eddy y Jeanette MacDonald y los dos soñábamos con ser soldados de la Policía Montada de Canadá y tener uniformes tojos y caballos, y por supuesto, armas. ¡Armas! ¡Lo que podríamos hacer con armas! Empezamos a darle vueltas al asunto, hasta que ya no pensábamos ni hablábamos de otra cosa. Teníamos que conseguir armas, al menos una.

- Mira- me dijo Stefan-. si conseguimos un arma, nos servirá para poner a los alemanes manos arriba y conseguir más, y después las repartiremos entre nuestros amigos y empezaremos con los ataques en serio, como asaltar sus cuarteles o cosas así.

Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de lo ingenuos que éramos, aunque a nosotros nos parecía lo más sensato que podíamos hacer. Al fin y al cabo, la ciudad estaba repleta de armas. Todo lo que teníamos que hacer era burlar a un soldado estúpido y apropiarnos de su fusil. Quizás ingenuos no era la palabra más exacta.

Soy hijo único y mis padres me vigilaban de cerca. Eran amigos de los padres de Stefan. Bueno, el padre de Stefan había operado de apendicitis a mi padre. En el hospital entablaron una buena relación, y desde entonces han sido amigos. Por tanto, yo simplemente tenía que decir que iba a casa de Stefan, y él, que venía a la mía. Una tarde nos encontramos a las ocho en las escaleras de la escuela.

- ¿Te han puesto pegas para salir?- le pregunté.

- Mis padres no - se le notaba en la voz que aún estaba molesto-, pero la tonta de mi hermana ha empezado a decir: "Si Stefan sale después de cenar, yo también. Quiero ir a casa de Suzanne".

- ¡Qué más da que Lisa sea una pesada! Ya estás aquí.

Casi me echo a reir al acordarme de esto. Aquella pesada niña, torpe y odiosa, se convirtió en una chica guapa y valiente que hizo mucho por la resistencia y que... Bueno, me estoy saliendo del tema y he dicho que iba a poner todo esto en orden. Aquella noche Lisa todavía era un estorbo, y lo único que yo tenía en mente era conseguir un fusil.

No teníamos un plan premeditado. Decidimos dar una vuelta por la ciudad, localizar a un soldado que estuviese solo y distraído y robarle el fusil. Fuimos al centro. El cielo estaba muy azul aquella tarde y aún faltaba mucho para el anochecer. Recuerdo lo bella que parecía la ciudad cuando pasábamos por el puente. Las barcas se deslizaban por la tranquila superficie del lago, los árboles de la orilla estaban completamente verdes, y las flores exhibían sus colores brillantes por todas partes. Todo parecía tranquilo y normal. ¡Aquellos malditos nazis no tenían derecho a estar allí! Decidimos pasar por los cafés al aire libre, porque allí podía haber algún soldado que dejase su fusil en una silla mientras descansaba. Uno podía distraerle mientras el ojo cogía el fusil.

Bueno, había montones de soldados alemanes en los cafés, algunos sentados con chicas danesas, lo que me ponía enfermo, pero aquella noche ninguno había descuidado su fusil. A las diez y media era ya tarde, teníamos sed y estábamos cansados y desanimados. Ninguno de nosotros quería rendirse e irse a casa con las manos vacías, pero parecía que no teníamos elección. Fui con Stefan hasta la escuela, que estaba a medio camino entre su casa y la mía. Cuando llegamos ya era casi de noche.

- Mis padres me van a matar- suspiré.

- Los míos también- dijo Stefan.

Cuando iba a empezar a pedalear, me cogió del brazo y me susurró al oído: "¡Eh, mira!".

Miré y vi un soldado alemán atravesando el campo de fútbol con el fusil colgado al hombro.

- Deja aquí la bici- susurró-. ¡Vamos!

Empezamos a andar rápidamente por el campo.

- Será mejor que hablemos y nos riamos para que no sospeche nada- le dije en voz baja.

- No sospecha nada- respondió Stefan-. No sabe que estamos aquí; dejémoslo así.

Ahora que lo recuerdo, me resulta gracioso. Deseaba tanto aquel fusil que no pensé en el peligro. Íbamos acercándonos y, cuando estábamos a diez pasos de él, Stefan me dio la señal. Estábamos a punto de avalanzarnos sobre el arma cuando el soldado se dio la vuelta en posición de disparo, preparado para atacar, y nosotros nos quedamos mirando el cañón del fusil.

- ¿Qué queréis?- gritó en alemán.

Se me puso un nudo en la garganta y no pude decir ni una palabra.

Gracias a Dios, Stefan mantuvo la calma. El soldado resultó ser un muchacho poco mayor que nosotros y estaba claramente muerto de miedo, dispuesto a dispararnos de puro nervioso.

- ¡Vamos de camino a casa!- dijo Stefan sonriendo y en alemán, lo cual ayudó bastante-. Tú tienes el fusil, nosotros no podemos hacerte nada.

- ¡Bueno!- gritó el soldado avergonzado por el miedo que había demostrado-. ¡Largaos! ¡Rápido! ¡Moveos!

Y nos movimos. Cruzamos el campo y, cuando le habíamos perdido de vista, nos dimos la vuelta y regresamos a por las bicis sin despegar los labios. A mí se me puso algo raro en el estómago, me subió a la garganta, allí se convirtió en un bufido y el bufido, en risa y poco después estaba muerto de risa. Me pareció realmente gracioso, aparte de que tenía que deshacerme de un buen manojo de nervios. Stefan se contagió enseguida y estuvimos revolcándonos de risa casi histéricos más de cinco minutos.

Cuando intentaba dejar de reirme, Stefan me apuntaba con el dedo entrecortadamente: "¡Ponías una cara!", y pensando en lo idiota que habría parecido, empezaba otra vez a reir.

Nos castigaron sin salir de casa durante una semana por llegar tarde. Casi me vuelvo loco, una semana entera encerrado en aquel piso. Pero después de aquella semana, las cosas se pusieron interesantes, porque contacté con una organización de la verdadera resistencia.



Carol Matas, "Jesper"

sábado, 11 de abril de 2009

RECUERDOS EN UN CARTEL

(Carta premiada en el concurso Antonio Villalba 2009. El otro día la leí y me pareció preciosa, por eso ahora la dejo aquí para compartirla con quien la quiera leer. Espero que os guste)




Esta mañana me he dado cuenta de que no recordabas mi nombre. Lo he visto en tus ojos azules, mi princesa, cuando he entrado en la cocina, aún en pijama, adormilado, y te he has girado hacia mí con el paquete abierto de café en una mano y una cuchara en la otra, dándome los buenos días.

Durante apenas un segundo se te ha congelado la sonrisa, pero enseguida has fingido reconocerme y has seguido con lo tuyo, como si tal cosa. Yo me he vuelto al dormitorio y he abierto el tercer cajón de la cómoda. He tomado el cartel de cartulina roja, el que lleva mi nombre dibujado en mayúsculas de trazo grueso, y me lo colgado al cuello. Después, sentados a la mesa, cuando me has pasado el azúcar, has mirado mi cartel y he notado que te relajabas. “¿Te apetece una tostada, Miguel?”, has preguntado, haciendo hincapié en la pronunciación de mi nombre, para que yo viera que sí, que lo sabes, aunque algunos días no puedas recordarlo sola.



Los médicos dijeron que el desarrollo sería progresivo, muy lento y de hecho, hay días que aún son buenos, incluso parecen normales. Y en esos días soy yo el que se olvida de esta pesadilla en la que estamos inmersos los dos, desde hace casi tres años, envueltos en esta penumbra, en esta bruma que no te deja mirar atrás, mi princesa, que te esconde adrede nuestro pasado y nuestro presente, nuestros buenos y malos momentos, nuestros sentimientos y hasta nuestros sueños. Pero en medio de esta niebla, he de mostrarme tranquilo, sosegado, sereno. Ser metódico y mantener tu entorno claro y ordenado, exento de imprevistos y alteraciones que puedan perturbarte. Por eso, todo lo que hacemos cada día sigue una rutina y por eso, también, he marcado cada rincón de la casa con pequeñas etiquetas de colores que muestran mensajes diversos: “Azúcar”. “Armario para vasos”. “Sopa = cuchara”. “Calcetines”. “Te amo, Celia”, por todas partes, “Te amo”.

Acabas tu desayuno y te levantas sin decir nada. Cruzas el pasillo decidida y te veo desaparecer tras la puerta cerrada del baño. No debo atosigarte, así que pongo los vasos en el fregadero, recojo a toda prisa las migas de la mesa y te espero impaciente, sentado en el sofá de la sala. Hago como que leo el periódico, dejo que las gafas de cerca se escurran hasta la punta de mi nariz y permanezco atento a cualquier ruido extraño, a cualquier golpe o a cualquier llamada, para correr en tu busca, a rescatarte, mi princesa. Cuando sales, han transcurrido veinte minutos que a mí me han parecido eternos.

Te has cardado el pelo como uno de esos punkis que tanta gracia te hacían. Has pintado de carmín rojo tus labios, y también las comisuras, y te has perfilado los ojos con lápiz negro, embadurnándote los bordes como un payaso que estuvo llorando antes de su gran espectáculo. Has confundido la laca de uñas con el frasco de perfume, y por tu cuello se deslizan dos hilillos plateados. “¿Estoy guapa?”, preguntas. Y yo sonrío, o trato de hacerlo, y te contesto que claro, que tú siempre estás guapa, y me vuelvo contigo al baño para convencerte de que es la hora de la ducha. “Ay no papá, papaíto, que aún no es domingo”, replicas lloriqueando y pataleas flojito en el suelo. “No quiero ducharme, no quiero”. Pero te dejas hacer y voy quitándote la ropa mientras canturreas una canción de cuna, aquélla que le cantabas cada noche a nuestra Ana para que por fin cogiera el sueño. Contemplas fascinada la espuma que resbala por tu cuerpo desnudo, tan frágil, y chapoteas y me salpicas y todo termina convertido en una gran piscina. Y yo termino empapado también. Empapado y agotado a las diez de esta mañana en la que no recuerdas mi nombre. Te envuelvo en una toalla y al momento la arrojas al suelo y sales corriendo hacia el cuarto. Abres el armario y lo revuelves todo hasta encontrar un vestido floreado, liviano, de vuelo y sin mangas. Recuerdo habértelo visto en alguna noche de verbena. “Es diciembre, mi cielo, hace frío”, te digo. Pero no hay forma. Te enfadas y me gritas. Me empujas con una fuerza que no sabía que tenías. “¡Suéltame! ¡Qué me sueltes!”, y tiras con fuerza del vestido, y la delicada tela se rasga, pero da lo mismo, te lo pones, con zapatos de tacón, muy altos, como siempre te gustaron. ”Ya estoy lista”. Me sonríes, coqueta, y te sonrojas, como la primera vez que te lancé un piropo a verte pasear con tus amigas por el Parque Grande. “Guapa”, te digo, y te guiño un ojo, como entones.

En el grupo de apoyo nos explican siempre la importancia de ir en busca de recuerdos, así que hoy, como cada día, dedicamos horas a mirar fotos, los dos juntos, sentados sobre el sofá, rodeados de álbumes viejos y cajas de lata. Asientes y sonríes mientras traigo hacia ti, poco a poco, los momentos bellos que encierran esas imágenes inmóviles. Y de pronto empiezas a hablar, a relatar las historias que quedaron plasmadas en el papel fotográfico y hasta me cuentas detalles que yo ya había olvidado. Te miro y vuelves a ser mi Celia, mi amor, mi niña... mi princesa. Me abrazas y te abrazo. Y permanecemos así, arropados con tu manta favorita, apoyada tu cabeza en mi hombro, hasta que de pronto te incorporas y me contemplas muy seria. “No debe abrazarme así, caballero. Estoy casada”. Te separas de mí y me invitas a marcharme. Yo obedezco, sumiso, por no contrariarte, y te dejo viendo la tele, ensimismada, murmurando palabras que solamente tú comprendes, mientras voy a la cocina a preparar el almuerzo. Hoy, tu plato favorito. Lasaña de atún casera. “Vamos a comer, mi vida”, te digo al cabo del rato.

Paso un brazo por encima de tus hombros, te ayudo a levantarte y dirijo tus pasos hacia la mesa, vestida con tu mantel preferido y las servilletas de hilo que bordabas por las tardes. “Te he preparado lasaña, ¿ves?”. Cruzas los brazos delante del pecho y pones morritos. “No me gusta la lasaña”. Y yo: “Claro que sí, mi amor. Si la adoras”. Pero te niegas a probarla, te tapas la boca con las dos manos y sacudes la cabeza. Intento convencerte y le das un manotazo al plato. La lasaña se desbarata y la mezcla de bechamel, atún y tomate cae sobre tu regazo y se esparce por el suelo. Me miras, horrorizada. “Lo siento, Miguel. Lo siento”. Tiemblas y se te llenan los ojos de lágrimas, y los míos se inundan también, porque esta vez no ha ocurrido, no has mirado mi cartel. Esta vez, mi princesa, has recordado mi nombre.

viernes, 10 de abril de 2009



Como no sé muy bien cómo hay que hacer esto, copio tal cual la entrada que hizo SALEGNA en su blog (http://sacandopuntaamislapicesdecolores.blogspot.com/) respecto al premio, así no habrá fallos de ningún tipo.

Es un premio para todos los blogguers que quieran llevárselo de forma voluntaria, que sientan interés o quieran acercarse al Autismo, los pequeños y no tan pequeños se beneficiarán de ello y supondrá un principio de captación social ... y ya será un gran paso.

A Salegna le llegó desde el blog de Carmen (http://unrincondelmediterraneo.blogspot.com/) y, a su vez, a Carmen desde este blog (http://hastalalunaidayvuelta.blogspot.com/)

Las únicas reglas al otorgarlo: enlazar a quien os lo da, enlazar la imagen al vídeo "el arco iris del autismo" y mencionar que es para aquellos que ayuden a difundir información sobre el Autismo.





"Iguales aunque diferentes, diferentes pero iguales"

Su sonrisa, mi sonrisa, todo por seguir sonriendo con ellos.

¿Te unes a la buena causa??? No cuesta nada....

jueves, 9 de abril de 2009

Tengo la suerte, buena o mala (según se mire) de vivir en uno de los sitios más turísticos de España.

Cada puente o cada período vacacional, esto se llena de gente. Las calles se abarrotan y se nota que hay pocos sitios donde poder aparcar.

Ahora que ya estamos en Semana Santa esto vuelve a ser igual, a pesar de la crisis.

Lo que quería comentar es que hay gente, por lo que yo he vist otras veces trabajando y por lo que veo ahora, que con tal de poder salir unos días de casa son capaces de "cualquier" cosa. Entiendo que la rutina agobia y estresa, pero hay cosas que yo considero que no son normales.

Por ejemplo, ¿es normal que vayan doce personas a un bar y pidan sólo dos cervezas para no gastar tanto y las compartan? ¿es normal que duerman amontonados para ahorrarse unos euros de otra habitación o apartamento? Yo, sinceramente, estas cosas no las entiendo.

Ayer iba por la calle y me encontré con una familia de turistas. Un hombre le decía a su mujer: "bueno, ya sabes que yo el café de después de comer no lo perdono nunca, pero bueno, como tengo caramelos de café, eso que nos ahorramos..." He visto cosas alucinantes, de verdad. Igual que el año pasado oí en una tienda a un grupo de mujeres gritar a los cuatro vientos que se turnaban para cenar. La conversación era:

- Mujer 1: ¿Dónde vamos a cenar hoy?

- Mujer 2: Ah no, yo esta noche no ceno, que ya cené ayer. Vamos al bar ese de las cañas y yo me como la tapita que nos ponen y ya cenáis vosotras...

También oí una vez a una niña que lloraba a su madre porque ésta no le quería dar un vaso de agua, la madre decía que no estaban para estar comprando agua cada dos por tres...

En fin, entiendo que a todos nos gusta salir de vacaciones, pero yo, sinceramente, no lo hago a cualquier precio. Está claro que siempre vamos a buscar el precio más barato, pero yo tengo claro que no salgo de mi casa para pasar hambre.

Cada vez que oigo o veo una cosa de estas me quedo alucinada...

miércoles, 8 de abril de 2009

DE "PASEO" POR MADRID

Hoy os voy a contar una anécdota que me pasó hace tres años. Me fui con una amiga (M) a Ciudad Real a ver a otra amiga (S) de la Universidad que vive y trabaja allí.

En un principio habíamos pensado M y yo en ir a pasar el fin de semana a Madrid y acercarnos desde allí a ver a S, pero como era una semana antes de Semana Santa, no había hoteles con disponibilidad.

Al final, cambiamos nuestros planes en el último momento y hablamos con S y nos reservó una habitación en el hotel donde ella trabaja.

El caso es que, muy cabezonas las dos, sobre todo yo, se nos metió entre ceja y ceja que teníamos que ir a Madrid aquella misma tarde (encima M había quedado con una amiga suya, con lo cual, ya teníamos otra "excusa" más para ir.

Allá que nos lanzamos a la aventura. Desde que tengo el carnet de conducir, mis experiencias con la capital n han sido muy buenas que digamos. Un verano fuí a Burgos, no sé si yo iba pensando en la mona de Pascua, pero se me pasó la salida de la A1 y aparecí en Atocha.

A la vuelta, más de lo mismo. Tenía que ir a Atocha expresamente a dejar a un amigo, pero véte tú a saber dónde aparecí... Yo lo único que recuerdo eran puentes, muchas carreteras y muchas señales, pero la A3 siempre estaba en el sentido contrario al que iba yo.

Total (que me lío...) que M queda con su amiga en pleno Paseo de la Castellana, en todo el centro de Madrid, para que no tuviéramos tanta pérdida.

Al principio, íbamos bien (o eso creíamos) siguiendo las señales que nos marcaban el camino. Pero de repente obras, calles cortadas, los coches a toda leche porque, lógicamente, ellos saben dónde van y de repente aparecemos en un sitio que ni idea de cuál es...

Preguntamos al señor del coche de al lado. Más o menos nos indica y nos dice que más adelante preguntemos otra vez. Le hacemos caso. Pero yo ya no veía el puto cartelito de "Pº de la Castellana"... Me desespero. M peinándose en el coche y las dos pasándonos el rimmel en los semáforos... Un show...

Bueno, seguimos avanzando y de pronto empiezo a ver a un montón de gente súper bien vestida, trajeados, encamisados, con corbatas... (y yo pensé: "joder, parece que van todos de boda...")

Ví una boca de metro pero no nos dio tiempo a ver el nombre, con lo cual, más perdidas aún. Cuando ya estaba más que desesperada, veo una zona ajardinada con un caserón precioso. Me da por mirar un cartel y pone: "Palacio de la Moncloa". Y es en ese momento cuando digo: "vale, de puta madre". Tengo claro que si hubiera sido ahora, no hubiera dudado en intentar saltarme los controles de seguridad para mendigarle un trabajo a Zapatero...

Todavía no sé cómo salimos de allí. Al final, a trancas y a barrancas llegamos al Paseo de la Castellana y conseguimos ver a la otra chica.

Cuando ya nos íbamos para Ciudad Real nos encontramos con un pedazo de atasco... Me peleo con un policía bastante chulo y creo que, internamente, nos cagamos cada uno en la madre del otro.

Por fin encontramos la A4, que es la que teníamos que coger, porque la gente indicaba fatal (no teníamos suerte ni para eso...)

El coche entra en reserva... Cuando salimos de la gasolinera, ya no vimos ningún cartel de A4. Se nos hizo de noche. Nos metimos en un pueblo, que yo creo que era Parla y digo creo porque los carteles me decían eso, pero le preguntamos a uno y nos dijo: "Qué va, esto no es Parla. Para ir a la A4 tenéis que..." Fue en ese momento cuando yo me dí cuenta que en el mundo hay gente más empanada que yo... Que ya es decir...

Pero la aventurilla no acaba ahí. De camino nos pilló el diluvio universal y cuando por fin llegamos a Ciudad Real, ¿a que no os imagináis lo que nos pasó? Pues sí, nos volvimos a perder. Eran las doce de la noche, no había ni un alma por la calle y todas las rotondas eran iguales.

Al final, llegamos al hotel y ahí se acabó nuestra excursión por los Madriles. Yo celebré en su momento el invento de los GPS... porque no puedo salir de casa sola, ya que soy un auténtico desastre...

martes, 7 de abril de 2009

MI VIDA

¿Quién me iba a decir hace unos meses que sería capaz de tomar el control de mi propia vida?

Y, ¿quién diría que no me arrepiento de absolutamente nada de lo que ha pasado?

Hubo un tiempo (no muy lejano) en el que yo hacía unas cosas por complacer, dejaba de hacer otras para no enfadar y un laaaaaargo etcétera. Con lo cual, no vivía realmente mi propia vida.

Esas alas que perdí hace casi siete meses, las recuperé noche tras noche frente a mi ordenador, hablando y riendo a carcajada limpia, como si estuviera loca... Pero eso me da igual...

Me desconecté del mundo cibernético durante casi dos años y cuando volví, lo hice con más fuerza que nunca.

Puede que mi vida no sea nada envidiable, y puede que no sea la mejor, pero tiene algo especial y es que es mi vida y ahora mando yo en ella.

Salgo y entro cuando quiero, no tengo que dar explicaciones a nadie, ni temer por una mala cara.

Al que no le guste que me pase noche tras noche en el msn, que se rasque. El que piense con doble intenciones, que se rasque más.

Me ha costado mucho tener lo que tengo, estoy bien y mi vida ahora mismo no la cambio por nada.

lunes, 6 de abril de 2009

Eran las Elecciones Municipales y Autonómicas del 2007. Tengo que decir que para las Generales del 2004, ya me convocaron, aunque como suplente de presidente de mesa, pero tuve la suerte de no tener que quedarme allí, aunque me tocó pegarme el madrugón.

Pues en mayo de 2007 cogí vacaciones en el trabajo. Justamente me tenía que incorporar el mismo día de las Elecciones pero, lógicamente, no pude.

Me tocó pegarme el madrugón otra vez, después de las pedazo vacaciones que me pegué (que algún día las contaré). A las ocho de la mañana estaba como un clavo en el colegio electoral. Coloca urnas, quítate las legañas tardías, revisa papeletas, prepara listas y demás…

A las nueve se abren las puertas al público… El tiempo pasa muuuuuy despacio o, al menos, para mí. Y los interventores de cada partido parece que dejan sacar a flote sus primeros roces… Yo allí en medio sin saber qué hacer, más que mirar para otro lado con cara de póker.

Tuvimos una hora libre para comer (menos mal que tuvieron ese detalle). El reloj parecía que no avanzaba ni a patadas, y yo hasta las narices de leer DNI’s…

Llegaron las ocho de la tarde y se cierran las puertas y ahí llega la locura. Abro una urna. Venga a abrir sobres y a sacar papeletas, una por una. Desde aquí, por favor, os pido que no los peguéis tanto y tan bien, que luego cuesta mucho abrirlos… jajaja. Termino con una urna y a mí me sale un número de votos, al vocal otro… Ala, otra vez a empezar. Hasta que nos ponemos de acuerdo en el número de papeletas.

Ahora toca abrir la otra urna. Ésta salió bien a la primera!! Los cabrones de los vocales, cuando me descuidé ya se habían ido y me quedé yo sola con todo el marrón, porque era yo quien tenía que llevar esos votos, pero acompañada de ellos…

Me tuve que subir en un coche de la Policía Nacional, vamos, ni que fuera una delincuente… jajaja

Llego al Juzgado a eso de las diez de la noche, más o menos y había una marabunta de gente alucinante!! Mi turno era (creo) el 62…

Me fui a cenar porque mi estómago ya reclamaba atención. Paseé los votos por toda la ciudad, que digo yo que para estos casos, ya podían poner un chiringuito de bocatas en la puerta de los Juzgados…

Legué a mi casa a las dos de la mañana harta de votos, papeletas, sobres y políticos (más aún) y todo por cincuenta euros!! Manda huevos… jajaja

Espero que en las Europeas de este año se den cuenta que hay más gente para llamar a las urnas, porque no quiero repetir!!!!!

domingo, 5 de abril de 2009

Llevaba unos días con zumbidos en el oído que, poco a poco, fueron derivando en mareos y pérdidas del equilibrio. Estuve en el otorrino y me dijo que no sabía lo que tenía, pero me cagué un poco al hablarme de sordera y parálisis facial (a partir de ahora me podéis llamar la pupas, no hay problema, está asumido...)

El caso es que hace un año y medio tuve un accidente en el que me destrocé la espalda y parte del cuello, dos meses de rehabilitación y dos semanas de collarín que a mí no me sirvieron de nada, porque nunca ha dejado de dolerme la espalda.

El martes fui a la traumatóloga y me dijo que los dolores de oído y los mareos podían estar relacionados con el esguince cervical que me hice hace año y medio y con la contractura que tengo ahora...

El tratamiento es una resonancia que no me hice en su día y no la voy a hacer ahora porque soy claustrofóbica perdida (algún día contaré parte de esa historia) y sólo yo entiendo lo mal que lo puedo pasar y de momento, quince sesiones de rehabilitación que empecé el miércoles. Veremos cómo acaba...

sábado, 4 de abril de 2009

EL DISCÓBOLO DE MIRÓN


El otro día viendo las noticias, oí algo bueno y es que en el MARQ de Alicante (Museo Arqueológico) estará expuesto del 2 de abril al 13 de octubre EL DISCÓBOLO DE MIRÓN. Pensaba que el tiempo de exposición iba a ser menor, así que como a mí siempre me ha gustado mucho el arte, y mi Barquita sabe la nota que me marqué en Historia del Arte en Selectividad y eso que tenía fiebre ehh jajaja, pues me acercaré a verlo. A falta de poder ir a Grecia, de momento, es lo que me queda.

Os dejo el enlace por si os apetece visitarlo. Cuando haya hecho la visita, ya os contaré.

http://www.marqalicante.com/

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