martes, 18 de noviembre de 2008
Con ésto quiero reivindicar una generación, la de los 80. Nosotros no estuvimos en la Guerra Civil, ni en mayo del 68, ni corrimos delante de los grises, no votamos la Constitución y nuestra memoria histórica comienza con las Olimpiadas del 92. Aunque no nacimos en una dictadura, siempre hemos tenido una conciencia democrática y la serie "Cuéntame" nos parece que es una mierda y que hace apología del franquismo. Por no vivir activamente la Transición se nos dice que no tenemos ideales y sabemos de política más que nuestros padres y más de lo que nunca sabrán nuestros hermanos pequeños y descendientes. Somos la última generación que hemos aprendido a jugar en la calle a las chapas, la peonza, las canicas, la comba o el rescate y, a la vez, somos la primera que hemos jugado a los videojuegos, hemos ido a parques de atracciones o visto dibujos animados en color. Los Reyes Magos no siempre nos traían lo que pedíamos, pero oíamos (y seguimos oyendo) que lo hemos tenido todo, a pesar de que los que vinieron después de nosotros sí lo tienen realmente y nadie se lo dice.
Se nos ha etiquetado de "Generación X" y tuvimos que tragarnos bodrios como "Historias del Kronen" o "Reality Bites", "Melrose Place" o "Sensación de vivir" ( te gustaron en su momento, vuélvelas a ver, verás qué chasco).
Lloramos con la muerte de Chanquete, con la puta madre de Marco que no aparecía, con las putadas de la Señorita Rottenmayer, ... Nuestra primera canción del verano fue "Los Pajaritos" (1981).
Somos una generación que hemos visto a Maradona hacer campaña contra la droga, que nos reíamos de un anuncio que decía que si el Madrid era otra vez campeón de Europa, que durante un tiempo tuvimos al baloncesto como el primero de los deportes.
Hemos vestido vaqueros de campana, de pitillo, de pata de elefante y con la costura torcida. Nuestro primer chandall era azul marino con franjas blancas en la manga y nuestras primeras zapatillas de marca las tuvimos pasados los 10 años.
Entramos al colegio cuando el 1 de Noviembre era el día de Todos los Santos y no Halloween, cuando todavía se podía repetir curso, los últimos en hacer BUP, COU y los primeros de la ESO.
Somos los primeros en incorporarnos a trabajar a través de una ETT y los que no les cuesta un duro echarnos del curro.
Siempre nos recuerdan acontecimientos de antes de que naciéramos, como si no hubiéramos vivido nada histórico. Nosotros vimos caer el Muro de Berlín y a Boris Yeltsin borracho tocarle el culo a una secretaria.
Los de nuestra generación fueron a la guerra (Bosnia), cosa que nuestros padres no hicieron. Gritamos "OTAN, no; Bases, fuera" sin saber muy bien qué significaba y nos enteramos de golpe un 11 de septiembre.
Aprendimos a programar el vídeo antes que nadie, jugamos con el Spectrum, odiamos a Bill Gates, vimos a Perico Delgado anunciar los primeros móviles y creímos que Internet sería un mundo libre.
Somos la generación de Espinete, Don Pimpón y Chema, el panadero farlopero. Somos los que recordamos a Enrique del Pozo cantando con Ana (abuelito dime tú...), los del incomparable "Planeador bajo", de Mazinger Z, los de Ulises 31 y Comando G (que nunca acabó de gustar a nadie).
Somos la generación que fuimos al cine a ver las películas de Parchís y que durante años creímos que el de rojo (como quien dice, el del medio de Los Chichos) era Enrique Bunbury. Los que crecieron escuchando a Europe y a ese grupete de imitadores que les salió, unos tal Bon Jovi.
También somos los de la explosión del Challenger, la cantada de Arconada, Los mundos de Yupi y las pesetas rubias.
Nos emocionamos con Superman, ET o "En busca del arca perdida". Comíamos Phosquitos y los Tigretones eran lo mejor, aunque aquello que empezaba (algo llamado Bollycao) no estaba del todo mal.
Somos la generación del Tocata, La Bola de Cristal (solo no puedes, con amigos, sí), el Follow me, El coche fantástico, Oliver y Benji, La abeja Maya, El hipnótico Planeta Imaginario, Los Toreros Muertos, La Orquesta Mondragón, el abrazafarolas del Butano y el Mississippi de Pepe Navarro con su inimitable Pepelu.
La generación de la "Quinta del Buitre", de Hugo Sánchez, de Biriukov, Del Corral, Corbalán, Romay y que nos traumatizamos con las muertes de Fernando Martín y Petrovic (¿quién coño juega hoy en el Madrid de baloncesto?).
El 600 era el utilitario normal, el 124 un coche familiar y el 131 una berlina de lujo. El 23-F nos pareció un buen día porque no hubo clase y ponían películas por la tele.
La generación que se cansó de ver a las mamachichos, a la que le entra la risa floja cada vez que tratan de vendernos que España es favorita para un Mundial. La última generación que veía poner a su padre la baca del coche hasta el culo de maletas para ir de vacaciones.
La última generación de las litronas y los porros y, qué coño, la última generación cuerda que ha habido.
Esto está dedicado a las personas que nacieron entre 1980 y 1990. La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir a nuestra infancia!!. Mirando atrás es difícil creer que estemos vivos en la España de antes.
Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bags. Hacíamos viajes de 10-12 horas con cinco personas en un 600 o en un Renault 4 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico y jugábamos a "lo que hace la madre, hacen los hijos", esto es, a ver quién era el más bestia.
Pasábamos horas construyendo nuestros vehículos con trozos de rodamientos para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema.
Jugábamos a "churro va" y al pañuelo y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos.
Eso sí, nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato. No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada. Eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos.
La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado o alguna pedrada en la cabeza.. Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!!
Comíamos dulces y bebíamos refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole, cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
No tuvimos Play Station, Nintendo 64, vídeo juegos, 99 canales de T.V., sonido surround, móviles, ordenadores e internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrándonos por los suelos destrozando la ropa.
Nosotros sí tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos con ellos a la peonza, a las chapas, a las canicas, a la lima, al rescate...en fin, tecnología punta....
Íbamos en bici o andando hasta casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imagínate!, sin pedir permiso a los padres, ¡nosotros solos allá afuera, en el mundo cruel! Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?
Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados. Comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas.
Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!! Íbamos a buscar lagartijas y pájaros con la escopeta de perdigones o con el tirawebos, antes de ser mayores y sin adultos...Dios mío!!
En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos. Los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción.
Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repitieron curso. ¡Qué horror! No inventaban exámenes extra.
Ligábamos jugando a "beso, verdad, atrevimiento", no en un chat diciendo :) :D :P. Éramos responsables de nuestras acciones y acarreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si transgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y te callabas.
Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad y aprendimos a crecer con todo ello. Tú eres uno de ellos? ¡Enhorabuena! Porque tú también tuviste al suerte de crecer como un niño (o niña).
Pos si tiene razon en todo!!Viva la generacion de los 80!!!
Besazosssss