viernes, 6 de febrero de 2009



Aprovechando la visita de Vicente Vila, que quería hablar con ella, Montse le dijo a sus compañeros de sección que no se preocuparan y que bajaran al bar a almorzar, que ella se quedaba de guardia. No tuvo que insistir mucho.

- Ten- le dijo. Y le dio un sobre al ex jefe de los Informativos.

Él lo cogió, lo abrió un poco y, sin sacarlos, contó los billetes que había dentro. Después miró a Montse y, satisfecho, se guardó el sobre en el bolsillo de la americana.

- Yo ya no estoy para estas empresas- dijo-. EL otro día en la Caixa el corazón me iba a mil.

- Apa!- le quiso contradecir ella, pero sonó el teléfono y lo cogió.

Vicente aprovechó para echar un vistazo. Cuando llegó a la mesa de Roger se paró y arregló todos los papeles que había. Así hasta que Montse pudo estar de nuevo con él. Se acercó a la chica, se sentó a su lado y le preguntó:

- ¿Cómo lo lleváis?

- Pues no sé qué decirte- dijo ella, insinuando un gesto de desánimo-. Tú ya me habías advertido del temperamento inestable de Roger, pero todavía es más inmaduro de lo que me había imaginado. He tenido que estar animándolo continuamente para que no se desinflara y abandonara a la primera adversidad que nos surgiera.

- Estos últimos años ha sufrido mucho, no lo olvides- le estaba diciendo Vicente cuando el aludido llegó.

- ¿Cómo te va ex jefe? Parece que te hayas quitado diez años de encima- le dijo Roger después de saludar también a Montse.

Era extraño pero Roger encontró un sentimiento contradictorio al encontrar a Vicente por sorpresa. Por un lado estaba el sentimiento de respeto y gratitud que sentía hacia él, pero al mismo tiempo le provocó un mal extraño. Sin duda, relacionó, inconscientemente, su presencia con aquel día nefasto que le comunicó el descubrimiento del cadáver de Eva.

- ¿Cómo os va el reportaje?- se interesó Vicente. Roger miró a Montse esperando su aprobación. Como ella le dijo que sí con la cabeza, improvisó un resumen. Por lo que hacía referencia al sumario, lo llevaban todo al día. Ahora bien, mirando por allí y por allá se habían topado con dos detalles, digamos, desconcertantes. Uno era el del segundo vehículo que un okupa había visto circular por el camino del polígono industrial, hecho que no aparecía citado en ningún informe.

EL otro punto discordante, teniendo en cuenta la dudosa fiabilidad de la fuente, era que se habían cometido irregularidades en la autopsia de Sandra.

- Vaya!- exclamó Vicente-. Ahora sí que me sabe mal no estar en activo, ya que trabajaríamos juntos!- sin poder evitarlo miró a Montse de reojo mientras pronunciaba las últimas palabras.

- Y todavía no sabéis la última- les dijo Roger.

Entonces les comentó la conversación que había mantenido con la sargento y el propósito que tenía de ir a casas de Eva para hablar con Julia (su madre) y con las gemelas, a ver si entre todos hacían memoria.

- He quedado que pasaría a visitarlas hacia las cinco de la tarde. Elas no saben a qué voy, pero creo que colaborarán cuando se lo diga. Y si tenemos suerte, todavía podré decirle los resultados a la Mosso hoy mismo- anunció Roger.

Montse se había cogido la parte central del sujetador dos o tres veces en menos de un minuto. "Mi compañero es la hostia!", pensó. Y después de mirar a Vicente, se le acercó, intentando contenerse.

- ¿Qué dices que harás?- le abordó-. Tu misión es asegurarte de la ropa que llevaban ellas aquella noche, evidentemente. Pero cuando tengas la información, antes de llevara allí, la estudiaremos nosotros por si nos sirve de algo.

Montse estaba hablando claro. Entonces, teniendo en cuenta el carácter, más bien dócil de Roger, se podía pensar que ya estaba todo dichoy bendecido, pero el chico reaccionó de una manera que dejó a los otros dos un poco descolocados.

- Eso sí que no!- aseguró sin ningún tipo de vacilación-. Yo me he comprometido con la sargento y cumpliré mi palabra!

Como la vista de Roger había ido de Montse a Vicente, este último se creyó autorizado a contestarle.

- Escucha, Roger- comenzó a intervenir en tono conciliador-, no me gusta meterme donde no me llaman, pero creo que Montse tiene razón. La policía ha dispuesto de tiempo y de medios para investigar todo aquello relacionado con el caso. Si por incompetencia, o bien interesadamente, no han sacado nada en claro, es problema suyo. Yo, de vosotros, os lo digo sinceramente, iría a vuestro rollo y ellos que se apañen, que se ganen el sueldo.

Roger estaba muy despistado. Una cosa era la postura de Montse, que no le sorprendía nada, pero que Vicente le apoyara! Eso era más duro. Ellos no se daban cuenta, puede ser, que la gesyión que se disponía a emprender ya era muy delicada para, encima, añadirle conflictos.

- Hacemos una cosa- intervino Montse-: tú, Roger, consigue la información, la analizamos nosotros antes y, si de verdad consideramos que es importante para la investigación policial, se la llevas en seguida a tu... Mossa.



Roger se estaba acabando el café que le había preparado Julia, cuando llegaron las gemelas. Venían del colegio y se alegraron mucho de verlo. Teóricamente, él había ido sólo de visita, pero la madre de Eva tenía la intuición de que buscaba alguna cosa más. Si no, no le esquivaría la mirada.

Las niñas le contaron cosas del colegio y del viaje que harían a final de curso para celebrar que acababan la Primaria. Él se esforzaba por escucharlas, pero su pensamiento estaba en otra habitación de la casa.

Se imaginaba el dormitorio de Eva, que seguramente Julia debía mantener intacto, como si esperara todavía el retorno de su hija. Un retorno que ahora se había vuelto imposible.

La pobre mujer abriría los armarios y los cajones, impecables, con todos los vestidos de la hija limpios y planchados y curiosamente, colgados y doblados en su sitio.



Tuvo que sacar el pañuelo cuando pensó que sacaría la lencería con todo el amor del mundo y la dejaría ordenadamente encima de la cama. Las bragas y los sujetadores conjuntados y también los que no formaban combinación. Las gemelitas no se perdían detalle. Lástima que no fueran dos o tres años más grandes, porque en ese caso seguro que recordaban algo. Entre hermanas el intercambio de ropa, incluso íntima, era frecuente...

Juñia notó que los ojos de Roger se humedecían y envió a las hijas a la cocina para que se preparan la merienda.

En su delirio, Roger se había pasado por las mejillas aquellas piezas de ropa que él, alguna vez, le había ayudado a Eva a quitarse. Evocó, incluso, los nervios, el temblor de la primera vez. Aquella veneración religiosa que él sentía por el cuerpo de su querida Eva.

No, no se vio con corazón para continuar y, como pudo, se despidió de Julia, que le acompañó hasta la puerta con una mano en la espalda, consolándolo. A ella ya no le quedaban más lágrimas.

Salió de la portería y cuando atravesaba el jardín de la finca, sintió que lo llamaban. Eran las gemelas, que lo seguían y estaban a su lado en seguida. Le dijeron que le habían visto en Tarragona hacía unos días. Ellas habían ido a visitar el Museo Arqueológico con toda la clase y, al salir, vieron que atravesaba la Plaza del Rey y entraba en un bar. Pidieron permiso a la maestra para ir a saludarlo pero se les hacía tarde para coger el autobús y no se lo concedió.

- Es muy guapa- dijo una de ellas.

- ¿Quién?- preguntó él.

- Tu novia.

- Oh no- quiso sacarlas del error- no es mi novia. Sólo es una compañera de trabajo. De todas maneras, se lo diré, que la véis muy guapa. Se pondrá contenta.

- Eva te quería mucho, Roger- le dijo que la había intervenido en último lugar-. Siempre nos estaba hablando de ti y nosotras, en nuestro mundo infantil de entonces, te considerábamos nuestro hermano mayor.

- Y nuestro héroe- dijo la otra.

- Yo también la quería- se sinceró Roger-. Es la persona que más he querido y creo que querré en toda mi vida...

- ¿Vendrás a visitarnos de vez en cuando?- continuó preguntándole la misma.

- Oh, y tanto!- les aseguró él.

- Puedes traer a tu novia, si quieres- dijo la hermana.

- ¿Ya estamos otra vez? ¿Cómo os tengo que decir que yo no necesito a ninguna novia si os tengo a vosotras? Vosotras sois mis novias!

Ellas sonrieron de oreja a oreja. Roger las cogió por los hombros y las acompañó hasta la portería, donde se despidieron con dos besos en las mejillas.


Hoy en día Belinda dirigía el prestigioso gimnasio "Venus y Apolo", situado en la Avenida de Pau Casals. Cuando le dijeron que un tal Roger Bosc quería hablar con ella, dejó la clase a cargo de la alumna más aventajada y salió a recibirle. En seguida fueron a su despacho, que estaba en el piso de arriba.

- ¿Pero tú no entiendes que yo no me fijo en la ropa interior de mis alumnas? Además, me estás hablando de hace tres años!!

Ella, que se había cubierto el cuerpo con un albornoz coto de seda, apoyaba el culo en su mesa; Roger estaba de pie, en frente de ella.

- ¿Y en las cintas? ¿No habrá nada?- se le ocurrió de repente a él.

Belinda tuvo una especie de sofoco y se puso derecha para que no se le notara tanto.

- ¿Qué dices de las cintas?- dijo, extrañada.

- Eva me había dicho muchas veces que tú tenías la costumbre de grabarlas dentro de los vestuarios, sobre todo después de los festivales.

- Ah, en las cintas de las actuaciones y después en los vestuarios. Ahora sí caigo!- dijo ella que, en seguida, le aclaró-: Pero eso no era siempre. Sólo alguna vez y de broma- Belinda, al decir estas palabras había empleado un tono tan dulce que en otras circunstancias habría desarmado a Roger-. Me sabe mal, pero no te puedo ayudar- añadió.

La monitora se acercó a Roger y le puso una mano en el hombre para acompañarlo a la puerta del despacho. Él, en cambio, no se movió y le dijo, receloso:

- Tú déjame la cinta de aquella noche y yo ya comprobaré si me sirve de ayuda o no.

- ¿Y qué sacarás de remover el pasado?- le trató de convencer ella-. Yo la ví en una ocasión y me harté de llorar y no he tenido fuerzas para volver a verla nunca más. Tanto es así que no recuerdo dónde la guardé- la voz de Belinda sonaba cargada de sentimiento.

Él, muy firme, le advirtió que la tenía que buscar.

- Si no quieres que venga la policía a pedírtela- dijo sin exaltarse, pero con contundencia.

El aviso hizo efecto en Belinda que al principio se quedó un poco pensativa.

- Está bien- dijo un segundo más tarde-. La buscaré pero porque la pides tú, pero antes me tendrás que decir qué has querido decir con eso de la policía. ¿Me estás amenazando?

- No, por favor, perdóname- Roger se apresuró a disculparse-. No me hagas caso, estos últimos días estoy muy alterado...

No hacía falta que se lo hubiera dicho.

- Una cosa, Roger- se le acercó ella-: aquella noche la cámara se me quedó grabando accidentalmente los vestuarios. Por eso aparece alguna chica con poca ropa. Por lo que más quieras, no me pongas en ningún compromiso- le suplicó.

Roger le explicó que aquella contingencia no le tenía que preocupar en absoluto.

- Como profesional te aseguro que, tanto si puedo sacar algo de la grabación como si no, me guardaré muchísimo de revelar quién me la ha facilitado- le prometió.


Cuando Eva, Lorena y Sandra aparecieron en ropa interior en el monitor de la tele de Montse, ésta congeló la imagen, la digitalizó y la sacó por la impresora. Actuó así con cinco o seis instantáneas diferentes. En seguida cogió las fotografías y se sentó en el sofá al lado de Roger. No tardó en reverlarse como una gran experta en ropa interior femenina.

- El sujetador de Eva es un Wonderbra- dijo-. Y las bragas parecen de la casa Triumph. O puede ser Janira- las dos piezas eran negras-. En cuanto al conjunto de Sandra- que era de color salmón-, debía ser de seda y es de la casa de Lorysol, sin duda. Aun así, esta ropa de Sandra no nos aporta nada, ya que al sumario consta que la llevaba puesta cuando apareció muerta.

Roger estaba muy afectado y miraba fijamente una foto mientras Montse terminaba de darle la explicación:

- El conjunto de Lorena puede ser de la casa Teleno. Los venden en mercados ambulantes y en las grandes superficies.

La calefacción estaba muy fuerte, casi molestaba, y Montse iba en camisa. Llevaba mucho escote y según como se pusiera se le veía un hombro, otro y los tirantes del sujetador.

- Eva era muy maja- dijo dejando de mirar la foto que tenía en las manos y poniéndose a mirar la que tenía Roger.

- Era preciosa- dijo él con cara seria.

- ¿Todavía la quieres?- preguntó ella, dulcemente.

Él dijo que sí con la cabeza. Motse no pudo reprimir tocarle el pelo con las manos. ¡Era tan buen chico! Durante unos segundos los ojos de los dos se encontraron, pero él se apresuró a desviar la mirada nuevamente hacia las fotos, que al final dejó sobre la mesa.

- Mañana se las llevaré a Anna- anunció.

- Tú mismo- se coformó Montse, comprensiva- pero date cuenta que será como tirarlas al río- le advirtió-. Recuerda qué pasó cuando Calvet descubrió las irregularidades cometidas en la autopsia de Sandra...

Montse había descansado su mano derecha sobre la espalda izquierda de Roger y le hacía como una especie de masaje. Él, rojo, estaba muy cortado. La mano de la chica llegó hasta la nuca. Seguidamente, pegó una culada y se sentó muy cerca de Roger, le pasó sensualmente los labios por la mejilla y el cuello, por la oreja, susurrándole:

- Dime que no estás enfadado conmigo...

Él guardó silencio. Entonces Montse le besó tenuemente en los labios. Tampoco hubo ninguna respuesta. En los ojos de Roger, las facciones de Eva se habían apoderado de la cara de Montse. El pelo negro y rizado de las dos era tan parecido... Le era imposible reaccionar.

Así hasta que Montse, asistida por la más alta inspiración seductora, se colocó su máscara del carnaval de Venecia. Este hecho desarmó a Roger, que no pudo evitar que el ímpetu sexual de su colega le arrojara hasta el fondo de un mar de desenfreno que él todavía desconocía.

En el monitor, la imagen paralizada de las tres chicas fue testigo mudo del abrazo más bello de los abrazos que se hacen y se deshacen.

Roger no se había imaginado nunca que Montse fuera capaz de hacerle vivir aquella vorágine carnal. Y tuvo muy claro que su vida estaría dividida para siempre en el antes y el después de aquella noche de amor. Y no sólo por el tema sexual.


El teléfono sonaba y sonaba, incansable. ¿Quién podía ser en aquellas horas de la madrugada? Eran las dos pasadas. Finalmente, Montse que tenía el pelo mojado y se cubría el cuerpo con una toalla, salió del baño, entró al dormitorio y descolgó.

- No puedo dejar de pensar en ti- le confesó el ex forense al otro lado de la línea.

- Entonces ya estamos en paz: yo también pienso mucho en ti- le agregó ella.

Dos o tres minutos más tarde se abrió nuevamente la puerta del baño que daba al dormitorio y entró Roger. Se secaba el pelo y estaba completamente desnudo. La chica colgó el teléfono. Él se le acercó, la acarició sin mucha convicción y se sentó a su lado. Los movimientos que efectuaba delataban inequívocamente que se moría por saber quién había sido el que había hecho la llamada.

- Era nuestro forense- le aseguró ella-, que dice que me quiere ver.

A él le cambió la cara de golpe y Montse adivinó el motivo.

- Por favor, Roger- le dijo-: no volvamos. Pienso que a estas alturas ya deberías tener claras ciertas cosas.

"Tú has hecho el amor con la Luna, pero yo he subido al Cielo de golpe", le resonó la frase a Roger en días sucesivos. ¿Se la había dicho Montse en medio de la pasión o había sido, nada más, una alucinación suya?



Manel Joan i Arinyó, "El cas Torreforta"

4 Comments:

  1. barca0014 said...
    Y solo me traes esto????? Tu ultimamente me estas dando muchos disgustos ehhhh!!

    SE HA ACOSTADO CON MONTSEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!
    Que superhipermegafuerteeeeeee!!!!

    Vengaaaaaaaaaa teclea maaaaasss, maaaaasss, maaasss!!!!!!
    Anónimo said...
    Nena,que te e avisado tarde del premio que ayer casi me quedo dormida cn el pc en las manos..pero bueno,ya lo has visto.
    1 besazo y ahora toca leer capitulo,asique tendras otro coment dentro de nada. =)
    Unknown said...
    Estoy con barca! me has dejado muuuuuy intrigadaa!!! sigue siguee!! que estoy flipandoo!!!
    feli said...
    ola caracola ,

    Tene un premio para ti e mi blog .


    uyupis

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