lunes, 17 de noviembre de 2008

RECORDANDO TIEMPOS DE UNIVERSIDAD

Llevo un par de días sin pasar por aquí y la verdad es que no lo he hecho porque realmente no me salía nada para escribir... No es que hoy esté especialmente inspirada pero quería contar algo en concreto.

Ya que leyendo la entrada anterior, se puede deducir que he estado pasando por una muy mala época desde hace dos meses, quisiera contar algo totalmente distinto.

Hace ya algunos años, cuando acabé de estudiar en el Instituto decidí ir a estudiar a la Universidad, aunque no estaba muy convencida de ello... El caso es que, finalmente, me decidí a estudiar una carrera en concreto, porque pensaba que no iba a ser muy complicado (aunque ya sabía que no me iban a regalar nada) y porque viviendo donde vivo, pues pensé que en un futuro tendría muchas posibilidades de trabajo...

Todo el mundo dice que la mejor vida es la del estudiante... pero yo tengo que decir que la mejor vida es la del estudiante, pero universitario, sin lugar a dudas. Y qué razón tiene la gente al decir eso...

Yo llegué a la Universidad y para mí fue todo completamente nuevo. Tenía que pasarme dos horas al día en el autobús para ir y volver de clase, compañeros a los que no había visto en la vida, cada uno de un lugar diferente, clases por las tardes... En fin, todo muy distinto... Pero quizás donde más noté ese cambio fue en los apuntes. Estaba acostumbrada a estudiar el día de antes (o el mismo día si tenía examen por la tarde) y aprobar todos los exámenes. Así que, me confié y pensé que en la Universidad sería prácticamente lo mismo. Sabía que estudiando el día de antes no iba a aprobar, pero pensé que con 3 ó 4 días tendría suficiente... Pero claro, en ese tiempo es imposible estudiarte esos tochos que nos daban por apuntes...

El caso es que en la primera conovocatoria de exámenes, en febrero, se suspendieron las clases tres semanas (como cada año) para que tuviéramos más tiempo para estudiar. A pesar de eso, yo no me dí cuenta de lo que se me venía encima... Y acabó pasando lo inevitable... Suspendí todas las asignaturas a las que me presenté (que tampoco me presenté a todas). El primer palo me lo había llevado... pero lo peor es que dejé llevarme el segundo, porque en la convocatoria de junio volví a hacer lo mismo y a suspender... Lo más curioso del caso es que sí, no lo voy a negar, iba de paellas, salía... pero nunca faltaba a clase (sólo a las de economía, que eran muy tarde, y a alguna de contabilidad....jajajaja)

Aquel verano tuve que replantearme otra vez qué hacer con mi vida, porque claro, al no haber aprobado el mínimo que te exigen el primer año, me invitarían amablemente a abandonar la carrera si en septiembre no aprobaba aunque fuera una...

Yo, acostumbrada a tirar la toalla ante las adversidades, me preinscribí en otra carrera. Pero cuando llegó la hora de formalizar la matrícula para la segunda carrera, me dijeron que al hacerlo, perdería la oportunidad de poder presentarme a los exámenes de la otra carrera. Así que, en aquel momento, se ve que mi orgullo propio hizo mella en mí misma y me dijo que lo intentara, que era la última oportunidad (aún así me arriesgaba a pasarme un año entero en blanco...). Hice caso a la voz de mi conciencia y me presenté a tres asignaturas, de las cuales, aprobé dos. Así que ya me sentí bastante orgullosa y nada arrepentida de haberlo intentado. Además, me sirvió mucho para abrir los ojos y darme cuenta de las cosas...

En la convocatoria de diciembre me presenté a otras tres y las aprobé las tres. Así que, en parte, tenía ya bastante camino recuperado... En primero tenía ocho asignaturas y en tres meses había aprobado cinco, cosa que no había hecho en nueve meses...

Seguí haciendo la carrera como buenamente pude, ya que tenía que compaginar las asignaturas de varios cursos. Así, el tercer año llegué a tener diecisiete asignaturas, aprobando trece, que no está nada mal (creo yo) sobre todo después de cómo había empezado la carrera...

De la época universitaria me llevo bastantes recuerdos y me quedo, sin duda, con los buenos momentos que he pasado con mis compañeros y con las amigas que allí hice que, aunque hoy la distancia nos haya separado y no tengamos la misma relación que hace unos años, siempre me acordaré de ellas...

Pasaron los años, seguí estudiando, hice mis prácticas (cosa que me permitió encontrar mi primer trabajo en aquel mismo hotel) y a pesar de los pesares, de dos años con una sola asignatura que se atragantaba una y otra vez, de muchos llantos, de muchas angustias, de muchas noches sin dormir estudiando, de muchos sacrificios... hoy, por fin, desde el 08/09/2008 puedo decir que soy

DIPLOMADA EN TURISMO!!

2 Comments:

  1. barca0014 said...
    Mira, digas lo k digas yo voy a seguir llamandote licenciada!!!!jajajja

    La espaca de estudiar es la mejoooooorrrr, como se echa de menos eso....
    * Cris * said...
    Pues yo encantada de que me lo llames, ojala fuera verdad y fuera licenciada!!! jajaja pero madre mía, con lo que me costó ser diplomada, cuánto tardaría en hacer lo otro?? jajajaj

    Besitos!!

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